Dario Argento y Drácula. Dos nombres interesantísimos deciden unirse. Uno de los maestros del terror italiano y el conde vampiro. Y la ya poca novedad del 3D, que hoy en día satura las pantallas de las salas de cine.
Lo que quizás sí es novedoso, es que si nos hubiesen dicho tiempo atrás, cuando la moda del 3D comenzó, que iban a hacer la versión tridimensional del vampiro más famoso de la historia, nadie se hubiese imaginado que la dirección iría a caer en manos de un director italiano y mucho menos de un director que nos acostumbra a un cine “berreta” (no lo digo en tono despectivo, todo lo contrario). Cualquiera hubiese imaginado una película al mejor estilo hollywoodense, probablemente con poco alma pero grandes efectos especiales. ¿Entonces hay que agradecer que Dario Argento haya decidido hacer la versión tridimensional de Drácula antes de que se le ocurriera a algún productor norteamericano?
La verdad, es que como toda película del director, vale aclarar que no es una película para cualquier tipo de público. También es cierto que el director ya no se encuentra inspirado como en su época de “Suspiria”.
Aún así, Argento se puso al mando de un trabajo difícil (¿cuántas versiones hay ya de la novela de Bram Stoker? ¿alguien puede confiar en que sea posible superar la obra maestra de Coppola, o incluso las interpretaciones más clásicas, como las de Bela Lugosi o Christopher Lee?), y decidió hacerlo siendo fiel al libro. Eso dijo él, pero lo cierto es que, primero y principal, serle fiel al libro es muy difícil, porque está escrito de modo epistolar, y porque Drácula prácticamente no aparece en él. Y segundo, porque a él le interesan otras cosas, seamos honestos. Pone a su hija como una de sus protagonistas, ni más ni menos que Lucy, y que ponga a Asia Argento ya pronostica que estará principalmente para mostrar piel. Y no es la única. Porque las mujeres en su cine suelen estar para eso, y Miriam Giovannelli es otra hermosa mujer que es puesta frente a las cámaras con ese propósito.
A Argento también le interesa otro tipo de cine, y acá parece homenajear a las monster movies, convirtiendo a Drácula, de una manera más literal que nunca, en un ser que puede transformarse en cualquier animal. En cualquiera. De hecho es protagonista de una de las escenas más bizarras y por lo tanto divertidas que vi.
A grandes rasgos, la película de Dario Argento es fallida pero interesante. Incluso el gran Rutger Hauer aparece como Van Helsing, pero nos hubiese gustado que tuviera más minutos de pantalla. El papel del conde recae en Thomas Kretschmann, actor que vimos en “Wanted”. Las actuaciones en general no sobresalen ninguna, a excepción de Hauer, pero es que se dan de un modo teatral.
Drácula 3D no termina de crear los climas y la atmósfera que pretende, por momentos está cerca pero no, se queda en el intento. Pero el gore y los desnudos femeninos están a la carta. El humor que genera las bizarras escenas, también. Por eso, es un film sólo para un determinado tipo de público.