Pasatiempos en rojo
Resulta muy gratificante encontrar en la cartelera porteña proyectos poco convencionales como Eden Lake (2008). Este thriller inglés con elementos de terror constituye la opera prima de James Watkins y nos presenta la historia de una típica pareja burguesa dispuesta a pasar un bello fin de semana a orillas de un lago, bien lejos del mundanal ruido de la ciudad. Steve (Michael Fassbender) y Jenny (Kelly Reilly) rápidamente se sienten invadidos cuando una pandilla de adolescentes de clase obrera también acampa en el lugar. Lo que comienza con un pedido en relación al elevado volumen de la música desemboca en un tormento infernal de hostigamiento, robos, armas blancas, fuego y venganzas cruzadas.
El film hace gala de su tono parco y propone un derrotero realista cuya intensidad va en aumento con el trascurso de las escenas, desde los apuntes románticos del inicio hasta la crueldad revanchista del inquietante final. Si pensamos en términos de referencias y niveles argumentales, bien podemos afirmar que el recorrido arranca con la oposición geográfica campo/ urbe a la Amarga pesadilla (Deliverance, 1972) de John Boorman, luego se mete de lleno en los conflictos comunitarios vinculados al cine social británico y finalmente el círculo se cierra en tanto relato moral de “crimen y castigo”, en la línea alegórica de La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, 1972), el clásico de Wes Craven.
Sin dudas el eje pasa por los intercambios generacionales entre jóvenes y adultos, aún por encima de las dimensiones señaladas con anterioridad. Como el mismo director se encargó de explicitar, la película contrapone a pura perspicacia la visión idílica de la “niñez inocente” con la demonización contemporánea a gran escala. Por supuesto que en función de las necesidades del género ya sabemos cuál vertiente tiene más presencia... Sin embargo aquí llama la atención el paralelismo que ofrece el guión de Watkins entre el proceder irresponsable, abusivo y violento de los padres y la conducta extremadamente similar de sus hijos. De a poco veremos hasta qué grado se reproducen el envilecimiento y el sadismo.
Aunque se podría haber omitido un par de clichés y profundizado algunos tópicos decisivos, debemos reconocer que la obra cuenta con la valentía suficiente para plantear un cúmulo de preguntas más que pertinentes acerca del rol formativo de la sociedad y las diferentes estrategias de supervivencia. El elenco aporta credibilidad, destacándose principalmente Reilly y Jack O’Connell como Brett, el imparable líder de la banda local. Con mucha entereza y sin excesos, Eden Lake entrega un desarrollo dramático de ritmo sostenido, genera incomodidad a partir de enfrentamientos plausibles y adopta el punto de vista de unos burgueses aburridos en eterna lucha contra los lúmpenes y sus “pasatiempos”.