El documental de Paz Encina refleja el tema de la Dictadura que azotó a su país, Paraguay, la Dictadura más larga de Latinoamérica, a través de las palabras de la viuda y los hijos de Agustín Goiburú, un miembro del Partido Colorado, el mayor opositor del dictador Stroessner. Exiliado en la Argentina, más específicamente en Paraná, luego fue desaparecido en 1976.
La reconstrucción de esta época está realizada a través de las voces en off (los testimonios no tienen rostros), que se conectan y cruzan en algunos momentos, e imágenes, algunas de archivo como fotos y documentos (la directora tuvo acceso a los llamados Archivos del Terror), y otras de locaciones, algunos de lugares donde vivieron sus protagonistas que se mudaron más de una decena de veces, intercaladas con algunas de niños en el bosque, en general con una fotografía muy estática y cuidada, que acompañan momentos varios de silencios.
La narración que fluye de manera lenta y distante y la falta de ritmo terminan haciendo de la película una experiencia menos interesante que la historia que tiene para contar si bien apela a un tono poético y a veces metafórico y éste lo consigue.
Una película en la que el silencio termina siendo el sonido más potente y evocador del relato, la ausencia representada en una forma abstracta.
El film tuvo su estreno mundial en el Festival de San Sebastián, sin embargo le costó mucho poder ser estrenado en su país, un lugar donde no hay industria cinematográfica y donde no se habla demasiado de su historia política.
Ejercicios de memoria sirve como acercamiento a la historia de un país a la que muchas veces no tenemos acceso, pero al mismo tiempo nos relatan algo que nos resulta familiar y cercano.
La historia de una represión y la historia de un duelo. Dura y necesaria.