Argentina supo tener un subgénero de películas con fútbol (aunque no “sobre fútbol”). En los ’40, ‘50 y ‘60, films como Pelota de Trapo, de Leopoldo Torre Ríos, y El Crack, dirigido por José Martínez Suárez, atraían tanto a cinéfilos como a futboleros. Una tradición que no prosperó en el transcurso de las décadas, hasta estos últimos años: El Camino de San Diego, Metegol, Papeles en el Viento y ahora El 5 de Talleres recuperan el encanto de esos largometrajes que usan la pelota como excusa para hablar de los que se encargan de patearlas y quienes lo rodean.
Patón (Esteban Lamothe) juega como volante central en Talleres de Remedios de Escalada, emblemático equipo del Ascenso. Una expulsión lo deja varios partidos afuera de las canchas. Tiempo sin actividad laboral… y tiempo de tomar decisiones cruciales para su porvenir: decide abandonar la carrera al final del campeonato, retoma las materias faltantes para completar el colegio secundario y busca desarrollar un emprendimiento junto a Ale (Julieta Zylberberg), su esposa. No será sencillo: aunque es un hombre de carácter, como todo volante central rústico, Patón comienza a experimentar ansiedad, miedos e inseguridades. En tanto, no deja de entrenar con sus compañeros ni de brindarle su apoyo a un conjunto que debe luchar partido a partido, como se lucha en la vida.
Luego de Gigante, su multipremiada ópera prima, Adrián Biniez presenta una historia acerca de dejar atrás una etapa de la vida para comenzar otra, con los traumas y dudas que eso genera. También presenta un fresco de un matrimonio joven y la madurez de la relación cuando es puesta a prueba. Al mismo tiempo, se adentra en el vestuario de un equipo de fútbol alejado de la gloria y de los millones, donde los futbolistas deben hacer otros trabajos para subsistir. Si bien el tono es de comedia (sobre todo, eventos y personajes que remiten a verdaderas figuras del fútbol argentino moderno), no le escapa a los momentos dramáticos, románticos y hasta picarescos, siempre en función de un retrato realista de la cotidianeidad de los personajes.
Esteban Lamothe se pone la 5 del Patón, y no le queda grande la camiseta. Es convincente como futbolista, pero lejos de quedarse en lo que podría haber sido una mera caricatura, le da humanidad y cuerpo a su papel. Por su parte, Julieta Zylberberg le otorga credibilidad a una esposa joven, que ni en los momentos más difíciles deja de acompañar a su marido. La química entre ambos actores es innegable e irresistible, más allá de que sean pareja en la vida real. No menos destacadas son las participaciones de César Bordón como el padre de Ale y un buen número de personajes secundarios que le dan más credibilidad a ese microcosmos que transitan los protagonistas. El 5 de Talleres atraerá por su reflejo del mundo de los futbolistas, pero, principalmente, por su calidad a la hora de contar una historia sobre la lealtad, el crecimiento y el amor.