Fresca, liviana y anclada en la cultura pop de los 60’s “El agente de C.I.P.O.L.” trae una brisa de aire fresco a un género que suele tomarse demasiado en serio. Lejos de los Bond de Sam Mendes y la saga Bourne, Guy Ritchie construye un guión -junto a Lionel Wigram– que juega con la idea del cine de espías basado directamente en el carisma de sus protagonistas, y charme sobra.
Henry Canvill, Armie Hammer y Alicia Vikander son el gran efecto especial que cualquier film de acción necesita.
El gran acierto del film es ubicar la acción en los sesentas, especificamente durante la guerra fría -sin necesidad de “modernizar” el material de origen- y en ese contexto armar un trama con un balance perfecto entre diversión y acción sin que nada resulte en absoluto ridículo.
De esta menera el espíritu de la serie -que estaba llena de guiños- permanece intacto a todo nivel. Ritchie dirige en modo restringido, despojado de sus artilugios habituales que siempre terminan resultando en distracciones innecesarias.
El final deja todo preparado para una secuela que luego de haber visto este film deseamos que se haga. Si, “El agente de C.I.P.O.L.” es puro entretenimiento vacío de contenido, y no hay nada malo al respecto.