Mucho más que dos
La ópera prima de la ex modelo y actriz Paula Siero, El agua del fin del mundo (2010), se enuncia como un melodrama intimista con notables influencias del denominado Nuevo Cine Argentino.
El agua del fin del mundo cuenta la historia de dos hermanas y un hombre que se cruza entre ambas. Un dato no menor es que la más grande padece una enfermedad mortal y que su último deseo es conocer el faro del fin del mundo. Para no contar demasiado de la trama argumental les sintetizo que el film se centra en el vínculo entre las hermanas y la relación que ambas tendrán con la muerte y la vida.
Paula Siero utiliza para su debut tras las cámaras varios elementos característicos del llamado Nuevo Cine Argentino construyendo la historia desde el más absoluto de los minimalismos. Planos morosos, lentos en su composición, acompañados de diálogos simples y una cuidada desprolijidad visual ayudan a crear los climas que la historia necesita para no caer en el dramatismo absoluto ni en el golpe bajo facilista. Estos elementos que destaco también le juegan en contra ya que por momentos la lentitud y la reiteración de información pueden atentar en contra del espectador que busca una historia mucho más narrativa y lineal, sobre todo para aquellos que van a ver la película con Facundo Arana sin saber de que va la historia. Digo esto sin subestimar a nadie pero no hay que olvidarse lo sucedido hace poco con Los Marziano y Guillermo Francella. Que una película tenga a un actor popular no significa que esta lo sea.
Si bien la historia de por sí está teñida de un hondo dramatismo, la directora, se permite crear estados en donde lo terrible parece mucho más liviano de lo que en realidad es, aunque sin por eso caer en la superficialidad. Las actuaciones del trío protagónico compuesto por Facundo Arana, Guadalupe Docampo y Diana Lamas logran transmitir a través de la pantalla ese extraño estado que los envuelve entre la desazón y la esperanza. Son tres actores que ponen en el alma en sus composiciones y dejan el cuerpo en eso.
Una ópera prima simple, para nada pretensiosa, que más allá de su morosidad y ciertos altibajos narrativos resulta ser un interesante ejercicio cinematográfico. Una directora a la que se le debe prestar mucha atención en sus futuros trabajos tras las cámaras.