El 19 de Mayo de 1976 en Buenos Aires, Jorge Rafael Videla, poco después de destituir del cargo de Presidente a Isabel Perón, realiza un almuerzo con figuras de la literatura como Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Leonardo Castellani y Horacio Esteban Ratti junto a José Villarreal, el secretario general. ¿El motivo? Comunicarles los nuevos códigos de conducta intelectual que pretenden que rijan para ellos a partir de ese momento.
Mientras tanto, el escritor Haroldo Conti acaba de ser raptado de su casa y su desaparición es sólo una muestra de los horrores que la Dictadura Militar comienza a esparcir en el país. El film decide comenzar con esta parte de la historia, con una escena violenta para luego pasar a la aparente calma del almuerzo. Un almuerzo en el que predomina el silencio, y expresiones siempre medidas y correctas.
El director Javier Torre propone un tono acorde a la época que retrata, se percibe clásico, antiguo, y la reconstrucción de la época es precisa y a la vez sutil. Las actuaciones son bastante sorprendentes, con un Alejandro Awada como Videla destacándose un poco más que el resto quizás y un Jean Pierre Noer quizás más deslucido que el resto como Jorge Luis Borges. No es fácil el trabajo que ninguno de estos actores tienen y en general todos entregan interpretaciones medidas y correctas, cuando podría haber sido muy fácil caer en otros lugares menos efectivos.
En una historia pequeña se pone en evidencia contradicciones y reflexiones varias sobre una época a la que ningún argentino puede ser indiferente. La literatura, ya sea a través de diferentes escritores o el ícono que ya es el Martín Fierro, funciona como una de las excusas para develar diferentes aristas.
El antes y el después de ese almuerzo. Un almuerzo que a la larga no cambia demasiado la historia, pero no es eso lo que su director quiere contar, sino poner sobre la mesa ideas y reflexiones que terminan de completarse en el espectador.