A veces una buena intención no alcanza para lograr una buena película. Y esto pasa con “El almuerzo”, un filme en el que es incuestionable su virtud de retratar y denunciar una época nefasta, como fue la dictadura argentina, pero que falla en el delineado de los personajes, cuyos comportamientos y textos están demasiado subrayados. La película es casi teatral, pero carece de sutilezas. Ambientada en mayo de 1976, tras el secuestro del escritor Haroldo Conti, Javier Torre hace hincapié en la reunión posterior en Casa de Gobierno entre el presidente de facto Jorge Rafael Videla (Awada) y personalidades de la cultura, entre las que se destacan Jorge Luis Borges (Noher) y Ernesto Sábato (Quinteros). Ese almuerzo que da título a la película, y que está basado en un hecho real, también incluyó a Horacio Ratti (Carnaghi), titular de la Sociedad Argentina de Escritores, y el Padre Castellani (Audivert), un sacerdote con cierto compromiso social. La tensión de ese almuerzo es lo más logrado del filme, pero los discursos de los protagonistas son tan remarcados, que deterioran el resultado final. Videla se ve más fachista que nunca y Borges, más gorila y pro militar que de costumbre. La escena de los soldados armados en la cocina de la Casa de Gobierno coronó el subrayado más inverosímil de la película.