De romance y política
Aveces por querer contar tanto se termina mostrando poco. Y este es el caso para “El amigo alemán”, que se convierte en una película pretenciosa, muy bien intencionada en el plano ideológico, pero demasiado pobre en lo que se refiere al guión y, por sobre todo, a las cuestiones técnicas. Es que el filme, una coproducción alemana-argentina, tiene un doblaje precario para los tiempos que corren. Con las innovaciones tecnológicas de esta era es inadmisible ver un filme en donde la boca del actor vaya para un lado y el sonido y las palabras vayan para el otro. Algo tan simple termina deteriorando el resultado final hasta sacar de la película al espectador. Jeanine Meerapfel narra una historia ambientada en Buenos Aires y Frankfurt entre los años 50 y la democracia alfonsinista, con el eje puesto en la relación de dos niños, que luego serán pareja. Uno es hijo de un coronel nazi y la joven es hija de inmigrantes judío-alemanes. Con la única salvedad de la belleza desnuda de Celeste Cid, la película recorre los vaivenes políticos del mundo, atravesados por dictaduras y revoluciones, pero con un tratamiento demasiado superficial y carente de emoción.