Dacrifilia (excitarse con el llanto), Elifilia (obsesión por distintos tipos de telas) y Somnofilia (alcanzar un orgasmo al ver una persona en estado de sueño) son algunas de las filias sexuales -inclinaciones o aflicciones patológicas relacionadas al sexo- que cruzan las cinco historias que componen El amor se hace, el film dirigido, escrito y co-protagonizado por el español Paco León.
A diferencia de los que varios mortales podrían imaginar, el film no es sobre sexo, sin que, por el contrario, es una comedia pícara, divertida y naif que busca mostrar a la sexualidad como algo natural. Lejos de segundas intenciones, como la de intentar realizar una crítica o aleccionar al espectador, El amor se hace es una película sobre los vaivenes de las relaciones de pareja y el amor libre, pero con una vuelta de rosca completamente diferente. En la historia cinco parejas deben aprender a convivir y a aceptar las diferentes formas que tienen de obtener placer.
Con buenos antecedentes como La vuelta a la tortilla (2013) y Vaca Paloma (2015), León vuelve a ratificar su buen momento detrás de cámara. A través de un lenguaje terrenal, cotidiano, el realizador confirma la particular forma que tiene para recrear situaciones diarias de la vida real, con sus virtudes y defectos y, además, con sus momentos de alegría, dolor e incomodidad. El español impone en su tercer proyecto su propia identidad como director.
Si bien la temática pareciera ser compleja, el film es bastante ingenuo. Aunque el humor se vuelve en algunos momentos innecesariamente escatológico, las buenas actuaciones logran, junto con la musicalización, un clima de festividad y alegría permanente que entona y pone al público bien arriba. Se destaca el trabajo de las españolas Belén Cuesta, Natalia De molina, Candela Peña y el de la argentina Ana Katz.
Los que vayan a ver El amor se hace se encontrarán con una comedia que, sin demasiadas pretensiones, intenta derribar prejuicios. Una película para nada escandalosa. Cinco historias que demuestran que cada persona es un mundo y que, para disfrutar del sexo, no hay recetas mágicas ni nada escrito. ¿Por qué? porque el amor de hace.