El uso del metalenguaje en el cine siempre es interesante. En este caso, Alejo Flah, guionista de Séptimo, se apropia de él para comparar la vida con el cine. Pablo (Ernesto Alterio) es un escritor que ahora escribe guiones por encargo y es así que comienza a escribir una típica comedia romántica.
Él mismo lo dice, va a ser todo lo que uno espera de este género, con sus clichés, personajes secundarios que funcionan más que nada como confidentes de los protagonistas, líneas de diálogo como una cursi declaración de amor, conflictos que involucren distancia e intereses diferentes; es decir, todo lo que ya vimos muchas veces. Mientras sus personajes van creciendo, su situación sentimental se va desmoronando.
En pareja con una pianista bella (Julieta Cardinali) pero con la cual ya casi no conversa y la intimidad es agobiante, no tarda en descubrir que ella tiene un amante y tras ese descubrimiento, ella abandona el hogar que ambos construyeron. En su vida, tanto como en su película, también hay un amigo que le va a hacer de confidente, en este caso interpretado hábilmente por Luis Luque, personaje bastante más carismático que el que escribe Pablo (quizás porque a lo que él le importa son los dos personajes centrales, el resto sólo van a cumplir su función como confidente).
Su personaje es además el que, muchas veces a través de promesas que suenan poco prometedoras, lo incentiva a seguir escribiendo. Es él en que lo pone en palabras: “necesito amor, necesito que me quieran”. Las calles de Buenos Aires, o las de España. Ambas pueden servir para retratar el amor. Pero Pablo elige España para que sus personajes se enamoren locamente, como sucede en las películas.
En Buenos Aires se queda él, solo, hasta que, quizás un poco tarde al menos para quien vio el trailer de la película o aunque sea el póster, se reencuentra con alguien del pasado (Mónica Antonópulos). El principal problema de esta película quizás recae en el protagonismo que tiene la historia del guión que escribe Pablo, que más allá de no sorprendernos en ningún momento, muestra un cambio (no importa lo subrayado que éste sea, es la intención) en los personajes que permiten la identificación con ellos. En cambio, la historia de Pablo termina quedando desdibujada.
Más allá de eso, "El amor y otras historias "no deja de ser una propuesta arriesgada para quien decide dirigir esta película y demuestra cierto oficio. Quizás hubiese sido más interesante que ambas historias se conectaran por algo más que un par de planos con dos personajes que pertenecen a dimensiones paralelas. Que una historia reflexionara con la otra. De todos modos, es una opción fresca y diferente, con algo más que buenas intenciones y un trabajo muy correcto de cada uno de los intérpretes.