Llega a salas la película que ganó en la Competencia Argentina de la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Protagonizada por Nahuel Viale, el film es una historia situada en invierno en Necochea.
La ópera prima de Tomás de Leone gira en torno a un joven muchacho que trabaja de aprendiz de cocina en un hotel al mismo tiempo que lidia con una incipiente relación con una chica, con los robos que realiza junto a otros chicos, una madre alcohólica y un padre ausente, y los sueños de poder algún día abrir su propio restaurante.
Pero a medida que las cosas se vayan sucediendo se va manifestando como otro tipo de aprendiz, y las lecciones terminan siendo más duras. No hay mucha luz ni optimismo en el mundo en el que se envuelve este joven Pablo.
Si bien la relación con una chica interpretada por Malena Sánchez le agrega cierta calidez y refugio de una vida oscura, esto sólo va a suceder hasta que se dé cuenta finalmente qué y quiénes se merecen la mayor de sus atenciones.
Pablo es joven, sabe lo que quiere ser en su vida profesionalmente, algo que a esa edad hay muchos que aún no, pero aún le queda por resolver los medios para lograrlo, decidir quién quiere ser realmente más allá de la profesión que uno disfrute.
A la larga, parece ser un muchacho de buenas intenciones pero por algún motivo siempre termina del lado equivocado, y además para él no hay otra posibilidad de conseguir sus sueños que del lado de la delincuencia, llevándolo esto a un espiral descendente del que quizás luego sea muy difícil, o en el peor de los casos imposible, salir.
El aprendiz es un relato de iniciación, convencional en cierto modo, rodada y narrada de un modo que se percibe siempre muy natural (la actuación de Nahuel Viale es soberbia de una manera contenida aunque la de Esteban Bigliardi como el líder de esa bandita cae en algunos lugares comunes).
Un drama con buenos momentos de tensión. Redonda y eficaz ópera prima a la que tal vez le falta algo de riesgo o novedad.