Cabellos colgantes al acecho
El J-Horror de comienzos del Siglo XXI, ese que echaba mano de un trasfondo sobrenatural alrededor de casas concretas o dispositivos tecnológicos, resultó muy redituable en taquilla en todo el mundo porque permitió dejar atrás el slasher más salvajón -gore, ironía y desnudos- de las décadas previas y reajustar el tono narrativo hacia la comarca más aséptica y ATP de los fantasmas vengadores sustentados en jump scares cada día más previsibles e inofensivos. Lo que comenzó con trabajos japoneses de muy buen nivel cualitativo, en esencia correspondientes a la segunda mitad de la década del 90 y casi toda la siguiente, de a poco fue licuándose de la mano de una fórmula con estereotipos fijos que primero fue adoptada por Hollywood -vía remakes y productos “originales”- y luego por todo el bendito planeta, en consonancia con esa estupidez que domina en gran parte del mainstream actual.
Cuesta creerlo pero ya estamos ante el noveno eslabón de la más que excesiva franquicia de The Ring (Ringu), un camino que en términos prácticos abarcó las dos películas originales, el directo a video Ringu (1995) y la estrenada en salas y muchísimo más famosa El Círculo (Ringu, 1998), las dos primeras secuelas, la original Rasen (1998) y la alternativa y bastante más conocida The Ring 2 (Ringu 2, 1999), la precuela Ring 0: Birthday (Ringu 0: Bâsudei, 2000), aquella continuación aggiornada/ spin-off intitulada Sadako 3D (2012), su corolario directo Sadako 3D 2 (2013), y finalmente el crossover freak Sadako vs. Kayako (2016), un intento por unificar las sagas de The Ring y The Grudge (Ju-On). El Aro (Sadako, 2019) constituye el regreso de Hideo Nakata al universo de Ringu, aquel señor responsable de haberlo popularizado en primer lugar con El Círculo, aún la cúspide de toda esta factoría.
La historia de turno nos devuelve a la Sadako que todos conocemos, el espectro torturado que desparrama su condena -antes a través de un VHS e Internet, ahora mediante una nenita y un hogar cual The Grudge- en el hospital donde trabaja la protagonista, Mayu Akikawa (Elaiza Ikeda), una doctora que tiene a su cargo a una misteriosa jovencita con amnesia y que comienza a investigar la desaparición de su hermano, Kazuma (Hiroya Shimizu), un youtuber que un buen día ingresa a un edificio en el cual murieron cinco personas a causa de un incendio. Ayudada por Yusuke Ishida (Takashi Tsukamoto), el “padrino” en redes sociales de Kazuma, Mayu descubrirá que la niña está muy vinculada a Sadako. El film recupera el acecho del espíritu femenino de cabellos colgantes para desparramar más y más momentos redundantes que no agregan nada a lo ya visto en el pasado hasta el hartazgo.
Aquí Nakata se ubica bien lejos de su mejor faceta como director, la que pudimos disfrutar en El Círculo, Chaos (Kaosu, 2000) y Dark Water (Honogurai Mizu No Soko Kara, 2002), y en esencia está más cerca de la mediocridad estándar de sus secuelas de antaño, como por ejemplo la citada The Ring 2, La Llamada 2 (The Ring Two, 2005), la primera continuación de la muy digna remake hollywoodense del 2002 de Gore Verbinski, y Death Note: L Change the World (2008), su aporte a la franquicia cinematográfica inspirada en el célebre manga de Tsugumi Ôba y Takeshi Obata. Se podría decir a favor de El Aro, supuesta tercera parte de las inferiores Sadako 3D y Sadako 3D 2, que incluso una versión nipona algo mucho anodina y poco imaginativa de la saga original resulta más interesante que los refritos yanquis contemporáneos símil J-Horror tontuelo, ya que la película que nos ocupa por lo menos cuenta con un desarrollo de personajes atendible, alguna que otra escena tenebrosa en serio y un sustrato artesanal basado más en la presencia permanente de actores que en la fanfarria exasperante de los CGI de nuestros días, ese comodín de lo más trivial…