El Artista, el silencio es salud
El film de Michel Hazanavicius amenaza con alzarse con varias estatuillas subiendo peldaño por peldaño la escalera del éxito.
por Andrea Migliani
Una película silente es ya un esfuerzo extraño en un mundo en que el cine viene siendo manipulado por la música, los sonidos, las canciones y tantos ruidos que se necesitaron para llenar de significado escenas insignificantes.
El artista de Michel Hazanavicius, narra una historia que en clave de melodrama cuenta un ascenso/descenso pero también cuenta parte del cine.
Muda y en blanco y negro la película narra la historia de George Valentin encarnado por Jean Dujardin, su auge, éxito y caída en una industria millonaria y cruel a la que no logra acomodarse cuando pasa a ser sonora. Corren los años 20’ y su maravillosa vida de estrella hollywoodense se desmorona mientras la de Peppy Miller en la piel de Bérénice Bejo, argentina de origen, se mece en las mieles de la gloria cuando logra pasar un casting y convertirse en estrella.
Si la película merece tantas nominaciones no es algo que podamos afirmar toda vez que, esta cronista descree profundamente de los premios, más si los da una industria como la norteamericana, pero entretiene, es nostálgica en su punto justo y no tiene golpes bajos y de algún modo mira el pasado como eso que es: lo que pasó y no regresará, ni mejor, ni peor, distinto, aunque muchas veces deseáramos el silencio frente a malas interpretaciones o textos de bajo nivel.
El film de Hazanavicius combina muy bien las dosis exactas de: comedia, melodrama, musical y romanticismo para dar como resultado un producto cuidado, estéticamente bello, bien montado y con un aura de homenaje indudable. ¿Alcanza para llevarse todos los premios? A quién le importa si el bodrio ha ganado tantas veces que hemos perdido la conciencia y este producto no será perfecto pero tiene dignidad.