Creatividad en un sentido homenaje al cine que divirtió y conmovió hace 100 años
“El artista” se inicia con imágenes de otra película muda (en un efecto de cine dentro del cine), donde el personaje interpretado por el actor protagónico (el increíblemente expresivo Jean Dujardin) es torturado porque “se niega a hablar” en un film de espías. “El artista” también es muda, en blanco y negro, como ese cine clásico al cual esta producción le hace un sincero homenaje, y es en esta escena inicial donde se define el tema del film.
Relata la historia sobre la estrella del cine silente George Valentín negándose al cambio hacia el sonoro, es decir negándose a hablar. Aunque el personaje es ficticio refleja una realidad de aquel momento. Fueron pocos las actrices y actores que superaron este pasaje exitosamente, la mayoría no sobrevivió a la nueva tecnología.
A la decadencia de la carrera del artista, por negarse a adaptarse, se contrapone el ascenso de una estrella femenina más joven, mucho mas adaptable a los cambios (Bérénice Bejo), pero a la vez profunda admiradora (y enamorada también) del actor estrella.
La fiel reconstrucción de época con los cines como palacios art decó, con palcos y la orquesta tocando desde el foso durante toda la proyección, reproduce fielmente una de las particularidades de aquellas funciones. Cabe recordar que desde su origen, en 1895, hasta fines de los años ‘20 del siglo XX, los filmes eran mudos, pero siempre su presentación contaba con la interpretación de música ejecutada en vivo acompañando las imágenes proyectadas.
Más allá que “El Artista” es una producción que disfruté mucho, y que homenajea de una forma impecable a un cine que particularmente me atrae, admiré la creatividad del director/guionista francés Michel Hazanavicius. Algunos recursos me parecieron brillantes, por ejemplo que el temor del artista al pasaje al sonoro se exprese mediante una pesadilla que sufre el protagonista, donde la propia película que estamos viendo se vuelve sonora imprevistamente, pero George Valentin sigue incapacitado de hablar. Otro toque genial por parte del guión.
Es destacable el exquisito trabajo de Bérénice Bejo y la labor del perrito fiel que acompaña permanentemente a Valentín, en un homenaje a aquellos perros blancos, que con sus trucos y piruetas divertían a las divas de las comedias sofisticadas de los años ‘30.
El trabajo del actor francés Jean Dujardin merece una mención aparte: desde la época de Cary Grant no había visto a un intérprete masculino que reuniera las cualidades de aquel galán de Hollywood, donde a la gestualidad corporal se le sumaba una increíble gama de expresividad facial (tan sólo puedo mencionar a Johnny Depp, como otro actor actual que reúne estas características).
“El Artista” es una realización disfrutable en todos los aspectos. ¡Ojala! consiga acercar a las generaciones más jóvenes a apreciar y disfrutar un tipo de cine que quizás nunca tuvieron oportunidad de ver.