Corazones robados
Hay unos cuantos gigantes reunidos en este filme, empezando por las cumbres nevadas de los Andes chilenos y continuando por los tres destacados artistas que forman parte de su staff : el director madrileño Fernando Trueba, el escritor chileno Antonio Skármeta y el actor argentino Ricardo Darín.
Pero ellos son los consagrados. Hay un participante más de esta historia que, como suele decirse por aquí, se “roba” la película. Es el joven coprotagonista, el también argentino Abel Ayala, conocido en nuestro país por su participación en filmes como El polaquito o en televisión en la serie Gladiadores de Pompeya . Trueba lo calificó de “milagroso” durante la reciente visita promocional que realizó a Buenos Aires. Ciertamente, su labor es impresionante.
Casualmente Ayala da vida a un ladrón enamorado en este relato romántico y bastante dramático que fue el elegido por España para representarla en la puja por los Oscar de marzo de este año, quedando eliminada en la ronda clasificatoria.
Por una conmutación de pena tanto él, Ángel, como Nicolás Vergara Grey, y el mayor asaltante de cajas fuertes de Chile (Darín) han salido por adelantado de la cárcel, poco después de la llegada de la democracia al país trasandino. Sólo que mientras García Grey busca desaparecer en las sombras, Ángel se enamora de una muchacha llamada Victoria, sólo unas horas después de recuperar la libertad, y se promete convencer al mejor de todos para perpetrar el golpe perfecto, y ganar el dinero con el que darle una vida generosa a la bailarina que acaba de conocer.
Una historia de amor rebosante de idealismo, de lirismo, y con unas cuantas pinceladas de humor, todo aquello para balancear los grises de un cuento con bastante de trágico, más un reconocible acompañamiento técnico tanto en lo fotográfico como en lo musical, hacen de alguna manera al contenido de El baile de la Victoria .
Trueba, el responsable de éxitos como Belle epoque o Calle 54 , se le animó a una nueva novela del autor de la popularísima El cartero de Neruda , y le confió la tutoría en la pantalla al no menos reconocido Ricardo Darín. El resultado está a la vista.