Turbadora belleza en una morgue
El atrevimiento que el director español Héctor Hernández Vicens expone al llevar su cámara a una morgue de hospital donde el cuerpo de una estrella sexy recién fallecida yace a la espera de autopsia y ambientar allí dos escenas de necrofilia -más las derivaciones de tales acciones- se diluye pronto. Hasta ahí parece haber llegado la imaginación del cineasta: lo que sigue tiene poco de sorpresa, casi nada de suspenso y menos aún de congruencia. Todo es bastante básico: tal como están presentados los necrófilos del caso no admitirían mayor desarrollo. El flojo argumento apenas daba para poco más de un corto y por eso quizá la decisión más atinada de los realizadores haya sido rematar la historia en sus escuetos 74 minutos.