Anna Fritz es una reconocida y talentosa actriz, que logró triunfar alrededor del mundo. Está permanentemente en el foco y en boca de todos. Y entonces fallece, y esa fascinación que logró generar en su público se multiplica en un trío de jóvenes en el que uno de ellos trabaja en el hospital que recibe su cadáver, al que él tiene acceso.
De repente, no tienen mejor idea que divertirse con ella, observarla, tocarla y finalmente poseerla. Hasta que sucede algo que es mejor no adelantar. De esta idea tan morbosa como atractiva para el cine surge una película que empieza con esta idea de la posibilidad de estar, aunque sea en esta circunstancia tan extraña e incorrecta, con la adorada estrella de cine.
El problema principal que tiene esta película radica en la construcción de sus personajes. Escrita y dirigida por Héctor Hernández Vicens, en El cadáver de Anna Fritz hay una intención de incluir en su trío masculino protagonista al personaje que cuestiona y reflexiona sobre la barbaridad que están cometiendo, pero uno no llega nunca a terminar de creerle. A la larga, no sólo son tres pervertidos sino tres idiotas.
El personaje de Anna Fritz, el más limitado, tampoco logra destacarse. No se puede empatizar con nadie acá. Cuatro actores, un solo escenario y su jugada premisa son los elementos de los que se sirve esta película que no termina generando ni mucho debate, ni mucho morbo, ni mucho terror, ni mucho entretenimiento al fin y al cabo.
Es que el guion con el que cuenta no sólo no presenta personajes ricos e interesantes, sino que tampoco funciona en su desarrollo a la hora de crear las diferentes dificultades que se le van presentando a sus protagonistas, muchas ridículas. Todo se siente forzado, y las actuaciones no ayudan.
La necrofilia es un tema difícil, repulsivo (al menos para la mayoría de la gente), y eso puede dar lugar a todo un abanico de posibilidades. Sin embargo, al final, esta idea retorcida y perturbadora termina sintiéndose desaprovechada. El resultado es bastante más liviano de lo que uno imaginaría, no se profundiza en nada y no es arriesgada tampoco a nivel visual, aunque sí está bien dirigida y manejado el tema del suspenso.