A veces la familia puede ser el centro mismo del horror. La cantidad de historias que exploran esta premisa es inabarcable, y las mejores consiguen zambullirse en la mente para provocar un efecto perturbador duradero. El cadáver insepulto transita por ese terreno.
Maximiliano Espósito (Demián Salomón), un psicólogo y escritor, recibe un llamado de su hermano: el padre de ambos acaba de morir y quieren que esté presente para el velorio. Esta noticia parece traerle recuerdos oscuros de su juventud, pero la posibilidad de obtener parte de la herencia (está ahogado por las deudas) lo llevan a regresar al pueblo donde nació. Al llegar hace un espantoso descubrimiento: los hermanos no enterraron al padre, que presenta un avanzado estado de putrefacción. Sólo la posibilidad de obtener algún rédito económico le impide escapar de allí, por lo que deberá permanecer unos días más. Unos días en donde tendrá más revelaciones.
El director Alejandro Cohen Arazi plantea la historia como un thriller psicológico, que semeja un descenso a los infiernos de Maximiliano, aunque con una vuelta de tuerca sobre el verdadero destino del personaje. Predominan las escenas de tensión y suspenso, pero el realizador no le huye a las escenas extravagantes y truculentas. La más brutal involucra muertes reales de vacas, debido a que sucede en un matadero perteneciente al clan del difunto. Unos minutos que pueden afectar la susceptibilidad del espectador.
La película puede ser incluida en el cine de sectas y cultos (conocido como folk horror), donde costumbres y ritos ancestrales cobran preponderancia en el presente, donde no faltan los sacrificios. Un subgénero que viene en pleno auge a nivel mundial y que, de alguna manera, siempre tuvo sus exponentes argentinos. Más allá de los aspectos tenebrosos, Cohen Arazi explora el funcionamiento de una comunidad cerrada, anacrónica, decididamente patriarcal.
Demián Salomón, un actor cada vez más habitual del cine (sobre todo del fantástico y de terror) lleva el papel principal sin problemas, haciendo creíbles las dualidades de Maximiliano. El resto del elenco mezcla caras menos conocidas y figuras con más nombre, como Sergio Dioguardi, Diego Recalde y Mirta Busnelli en el rol de una sacerdotisa que podría haber sido más aprovechada.
El cadáver insepulto sale ganando por su clima incómodo y mueve a pensar en la cara oculta de los mandatos familiares.