Todo sea por el dinero
Una noche de invierno, un ciclista es atropellado por una lujosa camioneta, cuyo conductor ni siquiera se detiene a auxiliarlo. Sin que el espectador sepa quien fue, la historia retrocede unos meses y relata lo sucedido desde cuatro puntos de vista diferentes, en los que presenta a los protagonistas.
Dos matrimonios se ven afectados por el accidente, ya que según la policía sus hijos podrían estar involucrados en los hechos. Así la historia presenta dos historias, en ambas y de distinto modo, la vida de los jefes de familia gira en torno del dinero, mientras que el papel de ambas mujeres es mas pasivo. La familia Bernaschi es millonaria, viven en una mansión y Giovanni Bernaschi (Fabrizio Gifuni) se dedica a administrar fondos de inversión, que crecen en épocas de crisis, su esposa Carla (Valeria Bruni Tedeschi) es una mujer de buenas intenciones pero que vive en una nube donde solo gasta dinero y raramente es consciente de lo que pasa a su alrededor, su hijo Massimiliano (Guglielmo Pinelli) es un consentido y caprichoso joven, que sufre porque nunca alcanza las expectativas de su padre.
La familia Ossola está conformada por Dino, un agente inmobiliario sin mucha clase, pero con buen ojo para negociar, su pareja Roberta (Valeria Golino) es una psicóloga a quien él no presta demasiada atención y su hija Serena (Matilde Gioli), que a pesar de haber ido a un colegio de chicos de clase alta, es quien presenta más conciencia y sensibilidad en todo la historia.
Aprovechando la relación entre Serena y Massimiliano, Dino hace todo lo posible para acercarse a Giovanni e invertir en uno de sus fondos, para lo cual hipoteca su casa y desproteje a algunos de sus clientes. Mientras ambos ven su dinero y sus inversiones ir y venir, sin pensar a quienes perjudican con sus ganancias, los otros miembros de la familia deambulan en un limbo en el cual la seguridad económica, o la falta de ella, reemplaza los lazos familiares, el afecto y los deseos para el futuro.
Basada en la novela del norteamericano Stephen Amidon, Paolo Virzi situa la acción en el norte de italia, la zona más rica del país, donde se concentra el poder industrial y financiero.
La historia nos muestra desde perspectivas diferentes una radiografía del capitalismo, donde todo lo que se quiere tener nunca será suficiente, los valores van desapareciendo de la sociedad, lo único que importa es el dinero, y cualquier cosa puede ser comprada, vendida o tazada, incluso la vida. Es así que el último capitulo de los cuatro en los que esta dividida esta historia se llama "capital humano" y es el termino que utilizan las aseguradoras para calcular el dinero de las indemnizaciones en caso de accidentes.
Una buena dirección y un prolijo montaje nos permiten ver con claridad la misma historia, cuatro veces, y en cada capitulo descubriremos algo diferente, otro dato más, que nos permitirá llegar al final, y saber que ha pasado. Todos los actores realizan un muy buen trabajo, especialmente Valeria Bruni Tedeschi y Matilde Gioli, pero lamentablemente los personajes resultan un tanto estereotipados y sin matices: el millonario altanero, la señora bien, el chanta, el niño rico con tristeza y al chica sensible. Como ya hemos visto en otras peliculas italianas, más allá de contar buenas historias suelen estereotipar a sus personajes, lo que hace que el relato pierda naturalidad, y resulte acartonado y un tanto predecible.
Un interesante giro al final logra que el espectador no pierda interés y pueda analizar y cuestionarse unas cuantas cosas luego de ver este filme, que más allá de alguna pretensión moralizante, es una interesante reflexión sobre el dinero y todo lo que gira en torno a el.