Receta repetida
París es sin lugar a dudas el escenario perfecto a la hora de realizar una película que gire en torno al mundo gastronómico. De todos modos es Jean Reno, el prestigioso actor francés a quien también hemos visto en algunas producciones norteamericanas, lo único que posibilita que El chef (Come to chef, 2012) llegue a los cines comerciales.
Jacky Bonnot (Michaël Youn) es un chef autodidacta y de impecable paladar, cuyo sueño consiste en trabajar en un restaurante de categoría para desplegar su talento culinario. Pero al estar esperando su primer hijo, debe dejar de lado su sueño y aceptar un trabajo como pintor en un hogar para ancianos. Por otro lado, Alexandre Vauclair (Jean Reno) es un chef respetado y reconocido por todos, pero que está atravesando una crisis culinaria y necesita de la ayuda de otro colega para reinventar sus platos y modernizar su comida o, de lo contrario, perderá una estrella en su restaurante y será despedido. Ambos personajes se encuentran de casualidad, y al hacerlo, descubren que cada uno necesita del otro, decidiendo unirse y así embarcarse en una aventura gastronómica.
Infinitas han sido las películas que giran en torno a la figura del chef en la búsqueda de grandes recetas y sabores exóticos, para lograr complacer a los críticos de difícil paladar. Entre ellas recordamos a Sin reservas (2007), Fuera de Menú (2008), y al film de animación Ratatouille (2007).
El director y guionista Daniel Cohen nada nuevo aporta a esta receta y se limita a ir tildando casilleros con los elementos que forman parte de la misma, bajo la construcción de personajes demasiado estereotipados. Está clarísimo que busca generar situaciones cómicas a partir del contraste de personalidades que presenta el dúo Alexandre/ Jacky (el primero más serio y tradicional y el segundo distentido y divertido), pero no era necesario hacerlos tan paródicamente opuestos entre si. El personaje de Jacky Bonnot es directamente odioso. Más allá de la exageradisima actuacion que provee Michaël Youn se convierte en una caritatura (que recuerda al histriónico Roberto Benigni), que en vez de provocar empatía en el espectador, genera deseos de abofetearlo durante todo el film.
Daniel Cohen también tiene su parte de culpa en su constante búsqueda por generar situaciones “cómicas” entre la dupla, como ocurre con la burda escena en que los personajes deben pasar desapercibidos en el restaurante de la competencia para encubrir el robo de algunos ingredientes, y apelan a uno de los recursos más bajos para hacer reír: disfrazar a Jacky de mujer. Pero ni siquiera esto es suficiente y lo hacen realizar movimientos de geisha alrededor de una mesa.
La frescura de Jean Reno, las secuencias en donde se muestra la bella ciudad París (en el desenlace del film los chefs cocinan frente a la Torre Eiffel) y el aspecto visual a través del despliegue de colores (principalmente en las escenas de exterior), son los únicos elementos destacables dentro de una producción que, habiendo contado con tantos recursos como para poder salir adelante exitosa, solo puede definirse como perezosa.