Había un modo de contar cuánto cuesta volar bien alto y Darren Aronofsky eligió, quizá, el más cruel. El director, el mismo de “Réquiem para un sueño” y “El luchador”, muestra el derrotero de Nina, una bailarina que es elegida para bailar “El lago de los cisnes”, pero le falta exponer su lado salvaje para interpretar bien al cisne negro. El filme se basa en las presiones del mundo del espectáculo, en este caso del ballet, pero desde el universo de un personaje ambiguo, complejo e indefenso. Hay momentos en que la película se codea con registros del género de terror y también del erótico. Sin embargo, lo que prima es una producción de notable corte artístico, de cuidados efectos visuales (el baile del final es bellísimo) y, como si fuera poco, el tenor expresivo de Natalie Portman es superlativo.