La película reconstruye lo que fue la familia Puccio. Una familia que parecía “perfecta” para la sociedad, para el paquete barrio de San Isidro.
El film cuenta la historia de todos los integrantes, y en donde toda la familia era cómplice del secuestro y asesinato de personas en la década del ´80. Se cree que los Puccio mataron a docenas de personas, pero la película -explicó Trapero- se concentra en cuatro casos de 1982, 1983, 1984 y 1985. “Eso significa que abordamos los dos últimos años de la dictadura y los dos primeros de la Democracia”, aclara.
El film pone el contexto histórico para que las nuevas generaciones también vean lo que sucedía en la Argentina y para otros, rememorarlo.
Trapero muestra a la perfección ese momento, y en todos los aspectos: vestuario, una imagen con colores que nos llevan a esa época, porque Trapero está en los detalles. También hay que destacar los parecido físicos que lograron los personajes. Son excelentes las interpretaciones de Guillermo Francella (Arquímedes Puccio), que no se reconoce en pantalla: frío y extraño, poco sociable, distinto en su totalidad, metido en la piel de Arquímedes. Y Peter Lanzani (Alejandro Puccio, hijo mayor), luciéndose y sorprendiendo a los espectadores, un impecable papel, que le cambiará el curso de su carrera. ÉI interpreta a aquella estrella del club de rugby CASI, y jugador del seleccionado Los Pumas. También se someterá a la voluntad de su padre para identificar posibles candidatos, sirviéndose de su popularidad para no levantar sospechas.
La música también cumple un rol importante dentro del film, canciones de la época que atenúan un poco las intensas y dramáticas escenas.
Un guión difícil a la hora de escribir y describir qué hacían los Puccio puertas adentro ¿Cómo funcionaban dentro de esas cuatro paredes, mientras en el sótano tenían a víctimas secuestradas? Como dice el slogan: la realidad supera a la ficción.