La última película del director Jean-Marc Vallée (responsable de La Joven Victoria, C.R.A.Z.Y. y Café de Flore) tiene varias características que podrían hacernos creer que es algo que vimos varias veces. Pero hay más acá, y no sólo gracias a la labor de los dos protagonistas que entregaron alma y cuerpo para sus personajes, Matthew McConaughey y Jared Leto, los dos nominados para los próximos Oscars y con muchas, muchas probabilidades de ganar.
Dallas Buyers Club empieza conociendo un poco a Ron Woodroof, sabemos que le gusta el sexo, las montadas de toros, que trabaja de electricista y, se nota por su demacrado y delgado cuerpo y rostro, que no está sano. Por eso no tarda en terminar en un hospital donde obtiene la peor de las noticias: tiene HIV. Tener HIV hace unas décadas era incluso peor que tenerlo ahora, que la medicina está más avanzada y si bien no sé llegó aún al mejor de los resultados, es muy distinto el pronóstico que le dan a Ron: que tiene 30 días para poner sus cosas en orden, en otras palabras, que es eso lo que le resta de vida.
Allí está el primer engaño. Antes esas palabras del doctor y la falta de respuestas de una doctora entregada a su trabajo pero que no puede evitar sentirse frustrada cuando no se logra lo que quisiera, Jennifer Garner en uno de esos pocos papeles que la hacen inolvidable, podríamos creer que de eso va la película, de ver cómo se aprovechan estos últimos días de un hombre que se considera a sí mismo muy macho, en un ambiente lleno de machistas que dicen ser sus amigos, que, en otro de los pocos conocimientos que se tenían de la enfermedad, consideran al VIH como una enfermedad de maricas.
Pero no, Ron Woodroof decide no quedarse quieto y tras no encontrar respuestas del modo correcto, hace sus propias investigaciones y sus propios movimientos y de repente se encuentra a sí mismo teniendo algo más que un negocio. Porque sí, después de lograr vivir cuanto mayor tiempo sea posible, parece que es el dinero lo que lo mueve a fundar un club para ayudar a otras personas con su misma enfermedad.
Lo cierto es que se encuentra cada vez más comprometido, y al conocer a un joven transexual, Jared Leto de regreso al cine con un personaje hermoso y adorable, aumenta la cantidad de clientes y así su entrega. Porque al principio se habla de dinero pero cuando no lo hay, se vende el auto; no tienen donde quedarse y le regalan una casa aquellos que sienten que le salvaron la vida.
Lo que podría ser un drama lleno de golpes bajos es más bien un film sobre redescubrirse a uno como la persona que es, desprenderse de prejuicios y aprender a aceptar al otro como es, para un mismo fin: una vida digna.
Hay algunos clichés en los personajes, pero en ningún momento se percibe estar ante una típica película sobre una enfermedad mortal.
En mi opinión, no parece ser un tipo de película que se hizo pensando en los Oscars, sino que esta película independiente tomó por sorpresa a más de uno; quizás sí uno pueda creer que toda transformación física está en la búsqueda de ese premio, pero creo que Dallas Buyers Club es un film hecho con mucho corazón, que probablemente en la categoría principal quede atrás, pero que a los actores se los va a reconocer como se lo merecen. Porque tanto McConaughey, que parece que el público recién ahora descubrió que era buen actor quizás por su falta de tacto a la hora de elegir muchos personajes pasados, como Leto brillan.
Con un soundtrack ecléctico, algunas versiones originales ochentosas y otras regrabadas, y algún tema de 30 seconds to Mars (la banda de Leto), y una bella fotografía (hay un plano con mariposas que te deja sin aliento), Dallas Buyers Club logra conmover de una manera no forzosa.