El cuarto de Leo

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

A la hora de las definiciones

El cineasta uruguayo Enrique Buchichio (Montevideo, 1973) hace su debut en cine con este filme intimista, que habla de los jóvenes y sus dudas ante los afectos, la pareja y la sexualidad.

EL PROTAGONISTA

‘El cuarto de Leo’ se filmó en Montevideo y tiene ese tono apacible que caracteriza a gran parte del cine uruguayo, que ejerce cierta fascinación porque esquiva el característico ritmo ‘nervioso’, que a veces atenta contra algunas producciones argentinas.

En ‘El cuarto de Leo’ suceden muchas cosas y se definen otras tantas. El muchacho, Leo (Martín Rodríguez), de unos veinte años, tiene un hermano y una madre que los crió tras quedar viuda. Leo es simple, estudia en la universidad, trabaja y alquila una habitación en la casa de otro muchacho, un poco mayor que él, que se pasa el día frente al televisor viendo miniseries.

Leo tiene una novia Andrea (Carolina Alarcón) que lo ama, pero él no parece sentirse atraído sexualmente por ella y la chica antes de abandonarlo, le aconseja ir a un psicólogo.

Poco después en un chat, el muchacho conoce a otro veinteañero, se encuentran y tienen sexo. Todo parece ir bien, pero en el medio se cruza una ex compañera de la primaria de Leo, de la que estaba enamorado y él se engancha con la joven depresiva, que esconde un pasado trágico.

Leo descubre en Juan (Arturo Goetz), su psicólogo, una figura masculina que bien podría ser la del padre, o un pariente al que se consulta por ser mayor.

DIRECCION MADURA

Enrique Buchichio desde la dirección demuestra una gran madurez no sólo en la narración cinematográfica, también en el saber guiar a sus actores por una serie de sentimientos tan minuciosos y sutiles como efectivos.

En ‘El cuarto de Leo’ nada es estridente, todo parece estudiado hasta el mínimo detalle y en su entramado de situaciones, si bien algunas resultan algo obvias, todas tienen un razón de ser. Martín Rodríguez (Leo), se convierte en el pilar de esta historia.

Sin su admirable capacidad interpretativa no hubiera sido fácil seguir el hilo de ese protagonista, confundido que se busca a sí mismo. Junto a él Carolina Alarcón (Andrea), Gerardo Begérez (Seba) y Cecilia Cósero (Caro), transitan con buenos recursos dramáticos este camino de dudas y complejas definiciones.