El nuevo filme dirigido y escrito por Brandon Christensen, y protagonizado por Christie Burke, Jesse Moss, y Rebecca Olson, es una película de terror más que no sorprende ni asusta, cayendo en lo predecible en varias escenas.
Mary (Christie Burke) y Jack (Jesse Moss), son un joven matrimonio que recibe a su hijo recién nacido, con el dolor de haber perdido al otro durante el parto. Mary, debe desdoblar el dolor por la perdida, con la fuerza necesaria para poder darle al otro niño todo su amor y dedicación. Afectada por lo que está viviendo, y con un esposo ausente por trabajo, Mary comenzará una amistad con su vecina, Rachel (Rebecca Olson).
A través de diferentes situaciones perturbadoras, Mary comenzará a descifrar que sus alucinaciones, no tienen que ver solo con ella, sino también con la existencia de un ente vil que quiere llevarse a su hijo (tal como se encarga de anunciar el titulo de la película en nuestro país). La “lucha” entre el demonio y Mary para salvar a su hijo, no logra alcanzar tensión ni mucho menos terror, el planteo del filme es superficial, y no logra tomar vuelo ni aún en las escenas que potencialmente podrían haber marcado un punto de inflexión en la historia.
Con pocos elementos de los cuales se pueda profundizar, la película se encarga de mostrar y explicar con detalles todas las situaciones que muestra.
El resultado del filme quizás entusiasmará a los jóvenes que quieran asustarse y saltar del asiento, efecto producido claro, por sus propias motivaciones, y no por lo que la película exhibe.