"El director Alain Guiraudie retrata unos cuerpos masculinos en estado de éxtasis y los enmarca a través de una belleza anticanónica, un follaje envolvente mecido por el viento, la densidad de unas aguas extraviadas del mundo y un sol inéditamente esplendoroso. Así es como compone un escenario narrativo de cariz tan mítico (se hace alusión a la presencia de un pez gigante que se ha cobrado varias víctimas en el lago) como naturalista (ese “modo verdad” para encarar los diálogos, las relaciones sexuales, el acto de nadar)". (Fragmento de la crítica publicada en HC 145)