En un nuevo estreno a través de Cine.Ar TV y Cine.Ar Play, Ezequiel Tronconi codirige junto a Juan Pablo Sasiaín una película, que protagoniza junto a Mónica Antonópulos, en torno al momento en la vida de una pareja en que se piensa en tener un hijo.
Bruno (Ezequiel Tronconi) y Juliana (Mónica Antonópulos) son dos treintañeros, lindos y de buen pasar, que viven juntos y llevan en pareja unos cuantos años. Ella tiene un exitoso programa gastronómico en televisión mientras que él es dueño de una vinoteca. Y entonces aparece una idea que, en principio, no se menciona de manera directa pero ambos saben que está ahí: la de tener un hijo. Quizás su vida, así, tan perfecta, se rompería en caso de dar ese paso. Como la película está narrada desde el punto de vista masculino, gira en torno a las dudas de Bruno, a su miedo de perder lo que tenía. A la larga, es la historia de un tipo en crisis a los treinta.
Primero, Bruno piensa y manifiesta sus inquietudes en cuanto a cómo será la vida con un hijo, poniendo como ejemplo la imposibilidad de viajar porque, claro, las inquietudes económicas no son su problema. Sin embargo, internamente, se nota que son más las cosas que se replantea, aunque la película lo muestre de manera clara y reiterativa ante las imágenes de chicas jóvenes y lindas que lo rodean.
En el auto yendo a su trabajo, a una chica linda en bicicleta se le cae la mochila y él se la alcanza; entrenando en un parque con un amigo, entablan conversación con otro par de chicas lindas; va a la casa de su padre y le está dando clases de piano a otra chica linda; incluso sentado en un café mira a su alrededor y sólo ve chicas lindas y jóvenes. Para colmo la chica que trabaja con él también lo es, y es quien pasa más tiempo cerca suyo.
Con esa profundidad y diversidad es con la que está narrada esta crisis del protagonista que, a la larga, no parece saber lo que quiere. Las voces de sus amigos o de su padre, a veces demasiado francas y directas, tampoco apelan a convencerlo, al menos en primera instancia porque si hay un consejo que necesita es el de su padre, pero al mismo tiempo sabe que de no dar ese siguiente paso su pareja se rompería.
Él no se cuestiona nunca el deseo de su mujer, sabe que ella quiere ser madre y que cree que este es el momento. Y ahí está entonces Juliana que, al principio, no nota su malestar hasta que las cosas se pondrán peor y quizás vaya siendo hora de replantearse todo. Un personaje que recién en su escena final termina de desarrollarse y, al menos, le agrega un poco más de dimensión a la chata historia.
También hay un problema en cómo está llevado adelante este drama romántico. Aunque se le dé lugar a la piel, a la sensualidad, resulta frío y distante, demasiado prolijo, elegante y calculado.
El encanto es un film que gira alrededor de un tema siempre universal y latente: el de seguir o cuestionarnos los mandatos que todavía nos inculca gran parte de la sociedad. El problema es que lo hace de una manera superficial y a través de personajes con los que es muy difícil conectarse.