Eran Kolirin escribe y dirige El enemigo interior, la película israelí que se presentó en Un Certain Regard en Cannes, un drama que gira en torno a los integrantes de una familia que van pasando diferentes situaciones que los llevan a tomar decisiones drásticas y cuestionables.
Cuando David se ve forzado a dejar las Fuerzas Armadas a las que le dedicó toda su vida, le cuesta encontrarse a sí mismo. Intenta sin mucho éxito armar un nuevo proyecto de marketing pero lo cierto es que no se halla. En su familia parece sentirse un poco más a gusto, sin embargo cada uno de los los integrantes de la misma tiene sus secretos y se aíslan entre ellos para reencontrarse después, quizás en momentos más complicados.
Mientras David asiste a charlas motivadoras e intenta armar su propio emprendimiento, su hija asiste a marchas y comienza a juntarse con gente “sospechosa”. Su mujer es una maestra apasionada que generará pasiones también en otros ámbitos, uno donde sentirse nuevamente atractiva y deseada. Hay un cuarto personaje que es el hijo, aquel que ignora a la madre todo el tiempo y apenas aparece en escena hasta cerca del último tercio.
David intenta relacionarse con su hija pero ella, adolescente y con sus propias ideas y cosas en la cabeza, no siempre se muestra demasiado afectiva. Una noche en la que él se siente frustrado por sus proyectos que no funcionan, se detiene en medio de la ruta y dispara aleatoriamente hacia las colinas. Sin saberlo en el momento, hiere a un conocido de su hija: un árabe. Esta muerte hace que ella se acerque a estas personas, con un genuino interés. Y así se van desencadenando otras acciones que también relacionarán a padre e hija sin que ésta última esté del todo al tanto.
El enemigo interior narra estas historias que se van entrecruzando en una Israel marcada por el miedo al Otro y la incomunicación. Es una historia de personajes que cometen errores y toman malas decisiones e intentan salirse con las suyas a veces a costa de alguien más.
Escrita y dirigida por Eran Kolirin, el film deambula entre las diferentes líneas narrativas pero de manera despareja. Con tiempos lentos y escenas aletargadas, a veces se pierde el eje y lo que parecía tornarse interesante termina quedando relegado a lugares secundarios. Además está lo que sucede con el personaje del hijo que, inexplicablemente, apenas aparece en escena haciendo que nos olvidemos de que existe para que, cerca del final, sea otro de los que toma una drástica decisión consecuencia de lo que fue sucediendo.