Sin importar las atrocidades que cometa, la figura del villano siempre es fascinante. ¿Será porque representa, más que el lado oscuro de uno mismo, una idea de liberación de los instintos primarios que contrasta con el conservadurismo del statu quo? Los motivos que los llevan a ser como son pueden variar, pero cada uno posee un encanto que supera a los justicieros. Este es un factor clave en los cómics con superhéroes, donde predominan los “malos” de las características más exóticas. La editorial DC dio una enorme galería de escorias maquiavélicas. Además de poner en aprietos a Superman, Batman y Flash, entre otros, una buena cantidad de ellos fue reunida en una historieta propia, que los tiene obrando con fines benévolos: Escuadrón Suicida. Y como las andanzas del Hijo de Kryptón y el Hombre Murciélago, también llegaron al cine.
Tras los episodios ocurridos en Batman vs. Superman: El Origen de la Justicia, el mundo no es el mismo. El Gobierno debe aprender a lidiar con metahumanos y otros seres que pueden ser tan amigables como destructivos. Bajo la dirección de la oficial de inteligencia Amanda Waller (Viola Davis), se pone en marcha una iniciativa para reunir a los criminales más perversos, sin nada que perder, para que operen en misiones que ningún superhéroe quisiera cumplir. Con la ayuda del militar Rick Flag (Joel Kinnaman), reclutan a Floyd Lawton/ Deathshot (Will Smith), Harleen Quinzel/ Harley Quinn (Margot Robbie), George “Digger” Harkness/ Boomerang (Jai Courtney), Chato Santana/ El Diablo (Jay Hernández), Waylon Jones/ Killer Croc (Adewale Akinnuoye-Agbaje) y Christopher Weiss/ Slipknot (Adam Beach). Se les sumará Tatsu Yamashiro/ Katana (Karen Fukuhara), lugarteniente de Flag. Sin tiempo para presentaciones, deberán aprender a entenderse para combatir contra una repentina amenaza de carácter sobrenatural. En medio de todo esto anda el Guasón (Jared Leto), que reclama a su Harley, sin importar a quienes estorbe con su sola presencia y su extraña risa.
Gracias a films como En la Mira y Corazones de Hierro, el director David Ayer tenía experiencia contando historias de antihéroes luchando en un mundo que se cae a pedazos. Acá no se aleja de eso. Los personajes funcionan dentro de una historia que, por su estructura y tiempo (casi toda la acción sucede en muy pocas horas), remite a la de Escape de Nueva York. Como Snake Plissken (Kurt Russell) en el clásico de John Carpenter, los “bad guys” tienen la oportunidad de reducir sus condenas haciendo una buena obra, aunque Waller y los suyos les implantan explosivos por si se les ocurre insubordinarse; he ahí un interrogante sobre quiénes son los más nefastos de la ecuación. Lejos de la simpleza narrativa (aunque no simplista) de la obra carpentereana y de la esencia anarquista natural de Plissken, aquí la búsqueda de actitud pasa a ser la prioridad y resulta forzada. La película consigue tener rebeldía, tener onda, pero por momentos parece encajada mediante fórceps. La banda sonora (con temas de Creedence Clearwater Revival y Black Sabbath, entre otros), y las estridentes presentaciones de cada miembro del escuadrón apuestan al impacto seguro, al efectismo, a la búsqueda de lo “cool”. Ayer no suele incurrir en exageraciones ni en pirotecnia vacía, como tampoco suele descuidar los guiones, pero se sabe que Escuadrón Suicida le fue quitada de las manos y la versión que llegó a las salas no es la que tenía en mente.
El principal vehículo para obtener “onda”, y el pretendido atractivo central del film, reside en la pareja conformada por Harley Quinn y el Guasón. La primera, como se preveía desde el primer afiche, permite el lucimiento de Margot Robbie, una actriz que no tiene techo: su mezcla de belleza, carisma y talento interpretativo la están encaminando hacia el Monte Olimpo de los grandes. Jared Leto también juega con su Guasón, un mix del de César Romero de la serie de los 60 con Tony Montana, pero está poco y mal aprovechado. Sus intervenciones son más caprichosas que funcionales a la trama. De todas modos, sería interesante verlo más y mejor en un film contra Batman, donde él sea el villano principal.
Sin embargo, las mejores performances vienen por el lado de actores con menos maquillaje. Will Smith compone a Deadshot, el más mortífero y a la vez el más humano del grupo. Logra ser creíble sin forzar la actitud ni el tormento de su personaje. Otro de los puntos fuertes es su relación con Harley (Smith y Robbie venían de hacer estupenda pareja en Focus: Maestros de la Estafa) y con Rick Flag, a cargo del siempre interesante Joel Kinnaman. Mención especial merece Viola Davis, en un rol tan bien llevado como provisto de sorpresas. Por el lado de los más secundarios, Jay Hernández logra destacarse porque El Diablo tiene tantos matices como sus colegas de más peso. Con unas pocas apariciones, Ben Affleck sigue demostrando que es el mejor Batman del cine y el mayor logro de los ejecutivos de Warner en esta iniciativa de crear largometrajes del universo DC interconectados unos con otros.
Pese a sus imperfecciones y a la pretensión de simpatía políticamente incorrecta, Escuadrón Suicida se las arregla para seguir funcionando como una entretenida película de aventuras, donde el verdadero villano está escondido de manera astuta (otro punto a favor de la intensa campaña de marketing). Las caracterizaciones de algunos de los personajes y la química entre ellos invitan a esperar más de sus andanzas, lo que seguro sucederá en los films de La Liga de la Justicia que DC ya está preparando. Queda esperar que los directores de estas películas puedan tener más libertad creativa que David Ayer, aunque se sabe que las cuestiones comerciales son más implacables que Encantadora.