Detalles de derecha.
Como todos los actores que se hicieron un nombre en el cine de acción, mitad por decisión propia y mitad porque la misma industria los encaminó hacia dicho rumbo (el mainstream vive enamorado perdidamente de croquis y fórmulas ya testeadas), Jason Statham está en una especie de segundo plano dentro de la estratificación del Hollywood contemporáneo, ese que destina gran parte de sus millones de dólares a un puñado de tanques anuales basados en una catarata de CGI, protagonistas adolescentes y gestas fastuosas, cada día más y más esquemáticas. Si nos concentramos en el caso concreto de la acción “old school” tracción a stunts y violencia explícita, tampoco podemos afirmar que nos perdemos de mucho porque el promedio del género -cuando estaba en la cúspide, allá en las derechosas décadas de los 80 y 90- era de una película potable cada tres o cuatro fiascos y/ o desastres.
Lamentablemente el film que nos ocupa se ubica en la franja negativa del rubro, algo por demás trágico si recordamos que esta nueva franquicia se inspiró en The Mechanic (1972), del gran Michael Winner, sin duda uno de los mejores trabajos de Charles Bronson. Así las cosas, primero nos encontramos con la bastante floja El Mecánico (The Mechanic, 2011), la que por cierto poco y nada tenía que ver con el minimalismo y la paciencia de la original, y hoy nos topamos con su primera secuela, El Especialista: Resurrección (Mechanic: Resurrection, 2016), cuyo título en castellano nos reenvía -irónicamente- hacia la también lastimosa e ingenua El Especialista (The Specialist, 1994), protagonizada por un Sylvester Stallone abandonando de a poco el mainstream. La propuesta resulta perezosa debido a la presencia de clichés dramáticos innecesarios y muchas escenas de acción muy derivativas.
Sin ir más lejos, toda la primera media hora de los 99 minutos totales, luego de la apertura reglamentaria a pura adrenalina, está dedicada a apuntalar una aburridísima relación entre Statham y Jessica Alba, hoy interpretando a una suerte de damisela en peligro a la que secuestra un viejo enemigo del señor para obligarlo a volver al ruedo, calzarse el traje de sicario, recorrer el globo y ejecutar a tres caudillos del crimen organizado, por supuesto mediante asesinatos camuflados de accidentes. Más allá de esta jugada vetusta y fallida con vistas a ganarse al público femenino adepto a las historias baratas de amor, lo que sigue a continuación tampoco es una maravilla ni llega a compensar el estoicismo empleado para soportar lo anterior: a partir de ese momento la película le hace justicia a su título original porque se dedica a un desarrollo “mecánico” vinculado a las misiones de los videojuegos.
En lo que respecta a Statham, en El Especialista: Resurrección se puede decir que está un poco más cuadrado a nivel actoral que de costumbre, no obstante él no es el mayor problema del opus ni mucho menos. Lo que debería ser el corazón de un producto como el presente, léase el manojo de secuencias de acción, aquí derrapa feo ya que no ofrece ni un gramo de originalidad o verdadero desparpajo (sólo se destacan en parte el segundo asesinato -el de la piscina- y ese desenlace a todo trapo). Otra característica desagradable es la cantidad de golpes que recibe Alba a lo largo del metraje, en especial tratándose de un personaje que no está a la par del protagonista o los villanos, “detalle” que no califica como incorrección política sino más bien como estupidez de derecha. Ni siquiera la aparición de un bizarro Tommy Lee Jones alcanza para salvar del fracaso a un bodrio de esta magnitud…