Todo por un televisor
El éxito y el fracaso están separados por una delgada línea. En este caso, clasificar o no al Mundial de Rusia. Sobre esa posibilidad hace equilibrio Alvaro, un gerente de marketing de Noblex que opta por un plan revolucionario para vender televisores en vísperas del Mundial de Fútbol: si Argentina no clasifica, la empresa devuelve el dinero total de la compra de los televisores Noblex. Un punto de partida más que suficiente para que la historia sea entre disparatada y dramática. Inspirada en un caso real, y basada en el libro “El gerente de Noblex”, Ariel Winograd (“Cara de queso”, “Mamá se fue de viaje”, “El robo del siglo”) vuelve a apostar al carisma de Leonardo Sbaraglia que ya había probado este año con “Hoy se arregla el mundo” y el resultado, como aquella vez, fue más que satisfactorio. Porque la pintura de este Alvaro es lograda, desde el rol de un tipo que está decidido a no bajar los brazos y que resiste con creatividad no exenta de riesgo. Alvaro no la tiene fácil. Viene de separarse del amor de su vida, es un padre que no tiene mucho feeling con su hijo, quien está lejos de verlo como su ídolo; y como si fuera poco está a contramano de los nuevos tiempos, ya sea desde la manera de vestirse hasta el poco conocimiento de cómo repercuten las redes sociales. Encima tiene una enemiga a pocos metros de su escritorio: la temible Federica, nueva gerenta estrella de la empresa (brillante Carla Peterson). En ese contexto adverso, Alvaro lucha para que no lo rajen de la empresa pero sobre todo para superarse a sí mismo. Para demostrar y para demostrarse que todavía vale. Es desde allí donde Winograd apuesta a un personaje empático, querible, y de una lealtad infranqueable. “El gerente” no deja de ser una película oportunista al estrenarse a días del comienzo del Mundial 2022. Incluso Noblex acaba de sacar una promoción similar que se pone en marcha hoy, 30 de octubre, con el nombre de “Paga Dios”, en alusión a la fecha de nacimiento de Diego Maradona. Esa pasión futbolera atravesada por la angustia que se vivió cuando parecía que la Argentina se quedaba afuera está bien retratada, a excepción de la fallida inclusión de las puteadas del Tano Pasman. En líneas generales, “El gerente” funciona tanto como comedia y también como retrato de época, y lo fascinante es que logra captar la atención pese a que el público conoce el final de la historia. Es allí donde adquiere más valor la mirada de Winograd sobre las miserias del mundo laboral, atravesada por lealtades y deslealtades, pero por sobre todo por cómo cambia todo por un detalle mínimo, cuyo grosor es una línea. Pero nada menos que una línea de gol.