Chicas pesadas
El gran combo (2019) es lo nuevo de Matías Szulanski, y el título de este opus no podría haber sido más fiel. Porque El gran combo es precisamente eso: un combo de Tiempos violentos (Pulp Fiction, 1994) con Snatch: Cerdos y diamantes (Snatch, 2001) y algunas cositas de Drive (2011). Pero espolvoreado con luces de neón y espíritu del conurbano profundo.
La que se cuenta es una historia que entremezcla dealers, jefes narco, choféres, autos tuneados y aguantaderos turbios en una pelea por quedarse con la mejor tajada en un negocio que complica y los implica a todos.
La narración no-lineal brinda frescura y permite elegir en qué momento del relato develar tal o cual información, logrando mantener cierto nivel de intriga y suspenso hasta los últimos minutos.
El tratamiento de imagen le da un estilo crudo a El gran combo, sumado a esos espacios marginales donde se negocia, se pelea y se mata. Balas, cuchillos y sangre son lo que abundan en este universo.
En ciertas escenas donde se rompe la cuarta pared, esos personajes despiadados que por momentos también entregan momentos cómicos incluyen al espectador dentro de la ficción, lo invitan a ser parte y sentarse en el asiento de adelante para poder verlo todo con lujo de detalles.
La multitud de personajes que conforman la historia son interpretados de forma algo despareja según el intérprete y el momento, con un lenguaje sumamete particular, casi con un dialecto propio, que combina lo barrial con lo teatral.
Con un fuerte soporte visual y una forma creativa de contar su historia, El gran combo puede parecer una película pequeña, pero su ambición sí que es grande.