Tras el suceso de crítica, premios y público de “La La Land” (2106), los Estudios Fox fueron rápidamente detrás de los hacedores de la magia de esa película para poder recuperar esa mística con la que hicieron historia durante décadas y los convirtieron en sinónimo del musical hollywoodense.
Y el resultado es “El Gran Showman” (2017), de Michael Gracey, que refleja la vida del “inventor” del showbusiness moderno, P.T. Barnum (Hugh Jackman), en su meteórico ascenso con el que logró imponer un modelo de negocio que se mantiene hasta hoy en día y que lo sacó de la pobreza en la que vivía.
Protagonizada por Zac Efron, Zendaya, Michelle Williams y Rebecca Ferguson, quienes secundan con maestría a el ex Logan, la propuesta cumple con todos los requerimientos para que el espectáculo trascienda la pantalla. La perfección de los números musicales, las cuidadas letras, la corrección política, todo hace un combo que funciona con un mecanismo de precisión increíble, y tal vez, justamente, este, sea su principal inconveniente.
La elección de Michelle Williams, por ejemplo, como la sufrida mujer de Barnum, quien prefiere estar al lado de su esposo en la pobreza a disfrutar de las propiedades y dólares de su familia, es uno de los principales obstáculos. Williams es la heroína de las más lacrimógenas películas, con su eterno pelo corto, que acompaña su gestualidad y sencillez, pero también sus propias limitaciones como intérprete.
Aquí enfundada en lujosos vestidos, con cabellos largos, nada la hace empatizar con su rol destruyendo automáticamente el verosímil que se quiere transmitir.
Tal vez los estudios decidieron apostar a la pareja de Ryan Gosling en “Blue Valentine” para traccionar público de ese ya clásico del drama romántico, siendo que el rubio protagonista fue una de las claves del éxito de la ya mencionada “La La Land”, pero acá ella no funciona.
Más allá de este punto, todo es correcto, casi frío, un musical perfecto que va perdiendo fuerza a medida que la narración del auge del “circo” que montó Barnum, y con el que logró sus primeros sucesos, comienza a desandar otros caminos y sumar tramas paralelas que en vez de complejizar la narración la hacen tediosa.
Efron enamorado de alguien de una clase completamente ajena a la suya (Zendaya), una mujer barbuda que exige visibilidad y reconocimiento, un “enano” que mantiene sus convicciones firmes a pesar de su tamaño, unos siameses que hacen delirar a las tribunas con sus piruetas, pero todo presentado como exhibición sin profundizar en las verdaderas razones de sus sentimientos y dolores.
No se puede negar que “El gran Showman” es un gran espectáculo, milimétricamente pensado y coreografiado, pero que en la falta de simpleza y honestidad ante la propuesta, se termina por generar una película plagada de artificios, efectos y brillos, sin pasión, que reúne lo mejor de los musicales de antaño, una gran producción, pero sin aportar nada nuevo.