Cuando el trámite definitivo para adoptar un hijo vuelve a fallar por cuestiones de papeles, Álvaro (Rafael Ferro) y Ana (María Ucedo) optan por una alternativa: buscar un bebé en la provincia de Misiones. Hacia allí viajará él, y sabe que no será una tarea sencilla. En un mundo diferente al de Buenos Aires, con otras leyes -o sin leyes-, logrará dar con Anahí (Sofía Brito), una joven a punto de dar a luz, que incluso en ese estado trabaja en un cabaret y no cuida su salud. Será la mejor oportunidad para que Álvaro pueda conseguir lo que tanto anhela. Pero alrededor de la muchacha merodea gente peligrosa, no dispuesta a dejarla escapar.
Con el documental Solo de Guitarra -sobre el músico Walter Malosetti- como único antecedente, Daniel Gaglianó presenta, en su primer largometraje de ficción, una historia sobre el amor y la esperanza en un contexto de corrupción, mafias, miseria y muerte. La película se mete con temas delicados: la trata de mujeres, la venta de bebés, la adopción ilegal. Sin embargo, lejos de elegir el camino del drama de denuncia social o de recurrir a golpes bajos, está contada como un thriller y desde el punto de vista de Álvaro, de modo que el público también lo acompaña en esta riesgosa iniciativa y se identifica con su objetivo. Se sabe que está procediendo de una manera clandestina, por afuera de lo que debería ser correcto, pero resulta imposible juzgarlo.
La empatía que genera el protagonista se debe principalmente al trabajo de Rafael Ferro, en otro papel arriesgado. Sin duda, un actor tan convincente desde lo físico como a nivel introspectivo. No se queda atrás la joven Sofía Brito, en su segunda participación cinematográfica luego de Los Salvajes, de Alejandro Fadel; un personaje que también podrá encontrar una manera de escapar de su triste destino.
El Hijo Buscado es un drama sórdido contado como una de suspenso, con una intensidad e ideas que por momentos remiten a Niños del Hombre, obra cumbre de Alfonso Cuarón. Pero, ante todo, es una historia sobre la búsqueda de la felicidad y cómo es preciso jugarse entero por ella.