Peter Jackson nunca le teme a los desafíos. Cada una de sus películas -desde la más gloriosa oda gore que es Mal Gusto- representa una propuesta audaz, que rompen esquemas y le permiten superarse. Cuando anunció que se haría cargo de El Hobbit -que iba a dirigir Guillermo del Toro, Jackson sólo quedaba como productor y coguionista- parecía haber abandonado su capacidad de riesgo creativo: ya le había presentado al público la Tierra Media en la trilogía de El Señor de los Anillos, que lo consagró como uno de los nombre más importantes del cine moderno. Nada que ver: el director neozelandés le sacó más jugo al universo creador por Tolkien, consiguiendo una nueva y sorprendente aventura... dividida en tres partes, aunque basadas en un solo libro, que justamente era la precuela de El Señor... Otro importante desafío, que culmina con El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos.
La acción comienza en donde terminó El Hobbit: La Desolación de Smaug: el temible dragón Smaug (Benedict Cumberbatch) sale del castillo de Erebor y comienza a sembrar destrucción. Pronto logran acabar con él, pero la historia está lejos, muy lejos de terminar: Thorin (Richard Armitage), líder de los enanos, es consumido por el poder y se atrinchera en su reino recuperado. No piensa repartir las partes de la riqueza que le corresponden a los humanos y a los elfos. La situación se vuelve cada vez tensa. Comienza a gestarse un nuevo enfrentamiento bélico. Pero un pelotón de Orcos y otras criaturas horripilantes se aproximan con toda la furia, y las razas más nobles de la Tierra Media deberán unirse para combatirlos. Bilbo Bolsón (Martin Freeman) jugará un papel crucial para la supervivencia, enfrentándose a la amenaza.
Como en los mejores momentos de las aventuras de Frodo y compañía, Jackson sabe orquestar las secuencias de guerra y persecuciones con escenas intimistas, en donde explora un costado más vulnerable -más siniestro, incluso- de nuestros héroes. Para empezar, el hasta entonces inquebrantable Thorin; cada vez más corrompido por el tesoro, al punto que querer asesinar a sus propios amigos por temor a ser traicionado. Una película para el lucimiento del todavía no muy conocido Richard Armitage, quien sabe plasmar la faceta menos lúcida del personaje. Martin Freeman tampoco se queda atrás a la hora de transmitir la evolución de Bilbo; lejos del muchacho ingenuo de El Hobbit: Un Viaje Inesperado, ahora es un individuo más fuerte, más sabio, más astuto… y también más oscuro y misterioso: todavía conserva -y seguirá conservando- el anillo que le robara a Gollum.
Espectacularidad. Complejidad. Emoción. Peter Jackson es, sin duda, un maestro en combinar esos elementos para dar epopeyas fantásticas como El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos. ¿Volverá a visitar el mundo tolkieniano? En caso de reencontrarse de nuevo con hobbits, enanos y elfos, seguro será una propuesta que encontrará la manera de hacer tan fascinante como la primera vez.