Dwayne Johnson al rescate de la sangre
Buen policial este aquí titulado Infiltrado, traducción desangelada del original en inglés, "Soplón". Basado en hechos reales, se inspira en una ley norteamericana que permite disminuir las condenas por droga, si los ajusticiados marcan a otros delincuentes o participan en celadas para atraparlos.
Pero de la letra a la calle hay abismos. Un muchacho sin antecedentes es vendido y le cuesta varios años de cárcel, algo que su padre no logra concebir. Como el chico no quiere convertirse en delator, la única salida que encuentra ese hombre para extraerlo del infierno es llegar a un peligroso acuerdo con la fiscal del caso. Él, empresario de la construcción, será quien tienda la trampa a los traficantes.
Para disfrutar, el filme tiene la atmósfera de buen policial hollywoodense de corte independiente, acción en gran escala, y un tercer pilar dramático, tal vez el mejor constituido de todos. La música incidental es importante y ayuda a determinar el perfil emocional. Son violines que suenan bajo un parche sonoro estable, que buscan la sensibilidad detrás de reacciones intempestivas en el aturdimiento.
La fotografía no desentona. Los suburbios están bien reconstruidos y llevan el ritmo del suspenso. Se dispersan y muestran coralmente las escenas de mayor vértigo (la más espectacular, la del vuelco del camión tráiler). En sus mejores momentos, el guion también adopta esa multiplicidad de perspectivas. La línea del relato se ve constantemente asaltada por imponderables externos que la dotan de una tercera dimensión.
Ese libreto también explota el dramatismo, porque es acertado al pintar el alma de los personajes. Está el padre separado desesperado por su hijo. El ex convicto que lucha con la tentación de volver una sola vez a las andadas para salvar a la familia. La traición masculina, las ideologías adversarias dentro de la fuerza policial. Una película para tener en cuenta.