Scorsese vuelve a dar una clase de cine en “El irlandés”. Y lo hace a partir del caso del histórico Jimmy Hoffa (Pacino), un poderoso sindicalista de la década del 50, tan temible como mafioso. Casi de casualidad se cruzará con Frank Sheeran (De Niro), un veterano de la Segunda Guerra Mundial que aprendió a matar sin sentir ninguna culpa. Esa característica le servirá al dedillo para los planes de Hoffa y su mano derecha Russel Bufalino (Pesci), quien será el encargado de motorizar las ambiciones políticas de su líder, caiga quien caiga, literalmente. La película se sostiene con un relato en off típico de Scorsese y una tensión dramática que va in crescendo. Quizá las tres horas y media del filme atentan contra la dinámica del relato, pero sería una osadía decir que afecta el concepto general. Porque hay tanta calidad en los diálogos sutiles como en los silencios y también en la banda sonora, que convierten a esta historia en imperdible. Para que salte al rango de obra maestra bastará con hacer hincapié en las actuaciones de los tres roles protagónicos. Tener a Pacino, De Niro y Pesci juntos es lo máximo. Pero el que se come la película es Joe Pesci, porque su expresividad realza a su personaje en el arco temporal, sorteando los trucos digitales que rejuvenecen a medias a los protagonistas. Hay que verla y disfrutarla.