La comentadísima última película de Brad Pitt me dejó con gusto a poco. Sí, es cierto que cuenta con un aceptable guión y con un sólido director, pero no logra traer nada nuevo a la mesa y se apoya demasiado en la idea de estar basada en un hecho real.
Antes que nada, una biopic (película biográfica) es ficción. Siempre. Por más que los hechos estén documentados, se presenta la visión de uno de los personajes o, como en este caso, de un tercero que interpreta las situaciones y las cuenta como tales. Por ende, a mi entender, que un film se base en el concepto de haber pasado realmente y sólo en eso, le falta un golpe de horno.
La historia cuenta la vida de un manager de un equipo de beisball que está en picada. No tienen presupuesto, no tienen jugadores, pero será la visión de este hombre y su amor al deporte, lo que dé un nuevo impulso al equipo. Para eso, consigue a un asistente que tiene un título en economía y lo introduce en la teoría de “Moneyball” (pelota dinero), en la que las estadísticas y las matemáticas reemplazan a todo olfato y se apoya en el juego de equipo por sobre el juego de jugadores.
El director es Bennet Miller, quien estuvo a cargo de “Capote”. Sus elecciones me parecieron acertadas, utilizando mucho los planos cercanos para lograr ese ambiente intimista. Vale agregar que la iluminación y el juego constante de luces y sombras también parece alejarlo de los flashes y que sea más tangible para el espectador.
Ahora bien, el guión, como dije antes, es bueno. Nos mete de lleno en el personaje cuando en los primeros cinco minutos lo vemos solo, de noche en las gradas del estadio escuchando el partido que evidentemente se terminó. Hay un juego de presentarlo como ganador y como perdedor todo el tiempo que resulta interesante y muchos recursos del cine clásico que funcionan muy bien como ser el personaje que canta una canción “significativa”, el uso casi absoluto de la música (no hay silencio en todo el desarrollo), el “puente” para el flashback que es siempre en un momento de reflexión del personaje, la presentación de la trama y la subtrama en los primeros 15 minutos y así miles de cosas más. Repito, nada nuevo.
Otro punto interesante: el negocio del deporte. Los mayores avances en tecnología para transmisiones en vivo se hicieron para optimizar no sólo la visión de los hechos sino potenciar su importancia comercial. El Superbowl es el evento que más factura en el mundo entero y es la Industria del Entretenimiento más consumida. Cuando vemos al jugador con la camiseta y señala su nombre, se está creado un símbolo que después los fans consumen. Una vida productiva corta, que también se ve en el film.
Con tanto asunto e introducción al deporte, por momento creí que me llevaron directo a mediados de los 90s y que iba a ver a Tom Cruise gritando “Show me the money” en Jerry Maguire. Pero quiero ser justa y decir que Brad Pitt tiene mucho más ángel que Tom. La verdad es que no está mal en su papel pero lo he visto hacer cosas mucho más interesantes. Basta con recordar Babel, Snatch o Quémese después de Leer para reconocer el potencial de este hombre. Tiene momentos de lucidez y otros que responden a la “zona cómoda” de lo que entrega siempre. Para los cinéfilos, cada vez va a ser más obvia la imitación a Robert Redford.
Soy consciente que representar a alguien que existe tiene sus cosas, pero la verdad es que era una película basada en el personaje de Pitt, era para que se luciera. Nos da mucho carisma y su presencia en pantalla es innegable, pero aún así me parece que era su oportunidad para lucirse y se quedó corto. Siempre los mismos gestos (las manos en la cadera, los dos dedos en la sien cuando está sentado “meditando”, la constante necesidad de estar masticando algo constantemente y eso no es de este papel, son tics que se los vi repetidas veces). La magia del actor debe ser crear un personaje nuevo, no ser él mismo en diferentes situaciones.
Pero qué decir de Phillip Seymour Hoffman. Por favor, ¡Qué actor! El hombre es un secundario mínimo pero él sí se convierte en su personaje. Lo vemos pararse distinto, caminar distinto, hablar distinto a sí mismo. La construcción es impresionante y logra un personaje convincente. La verdad es que me asombraba cada vez que lo veía en pantalla. Enorme.
Jonah Hill me cae simpático, pero daba lo mismo si era él o cualquier otro quien se ponía esos zapatos. Su rol era más que nada de apoyo a Pitt y éste, con su carisma, lo hizo desaparecer por completo.
Si bien el todo siempre es más que la suma de sus partes, cuando un film no sorprende, no innova, no aporta ese elemento distinto que toca la fibra del espectador, termina siendo una película más. No importa que la edición sea impactante, las estrellas que hayan participado hicieran lo suyo con oficio, la banda de sonido acompañe... Si no me impacta en el corazón o ataca y desestructura mi percepción como público, es una más.
"Moneyball" es el típico cuentito, la habitual biopic que termina con las letritas en blanco contándote dónde están ahora cada uno de los protagonistas. El Billy Beane real es enorme (averiguen sobre él) , esta película apenas si le hizo justicia.