Otra vez sopa...
El juego del miedo 6 (Saw VI, 2009) es la, se supone, anteúltima entrega de la saga gore más espectacular de los últimos años. Siguen los juegos macabros, los flashbacks confusos y el asedio asfixiante de un asesino serial peligroso aún muerto.
Ante el fallecimiento del agente Strahm (Scott Patterson) y la emergente figura del detective Hoffman (Costas Mandylor) como sucesor natural de Jigsaw (Tobin Bell), todos los acertijos mortales tendrán un poco más de sentido. Sin embargo, ante la persecución de la Brigada de Investigación Criminal se obligará a Hoffman a poner en marcha un rebuscado juego que dará soluciones ideológicas a los problemas de la carne.
El ser humano pensante tiene la capacidad de cansarse ante la repetición. Comidas, colores, olores, relaciones, rutinas y, por supuesto, imágenes son algunos de los responsables del exhaustivo deterioro del factor sorpresa. En este caso, El juego del miedo 6 evapora cualquier rastro de novedad apostando a lo seguro: masacramiento humano y enigmas sin resolver.
Por si fuera poco, en enero comienza la filmación de la séptima (sí, leyeron bien ¡7!) que vendrá en 3D (definitivamente se va hacia la resonancia visual y la perdida de la forma). Las voces populares se dividen entre el abuso y la rentabilidad en el entretenimiento. Considerando que Viernes 13 tiene 16 versiones (contando todos sus spin-off) y Halloween 9, creemos que El Juego del Miedo va en ese plan y éste es, con la salvedad aclarada de que cada vez es más para fanáticos del género y no una película popular, ir hacia una eternidad legitimada por el villano y su quehaceres. Jigsaw es el mayor responsable de la perpetuación de una serie que podría haberse acabado en una secuela (o a lo sumo, en una trilogía).
En esta entrega se responden algunos interrogantes que han quedado flotando en películas anteriores. El juego del miedo 6 propone cerrar problemáticas tangenciales que venían sosteniéndose en litros de linfa y gratuidad sádica.
La película en sí no da respiro hasta la última escena. El director Kevin Greutert (antiguo editor de toda la saga de Saw) nos da un espectáculo visual superior a la 5 (esa nebulosa donde todo se parece y poco aclara) y un ritmo trepidante en los 90 minutos del film. Eso no puede negarse, obviando el mencionado factor sorpresa, la película responde a las expectativas del amante del cine de terror.