Para alegría de los fanáticos, el cine de terror más extremos sigue invadiendo las salas de cine.
Un ladrón entra en una residencia con la intención de hacerse con un buen motín que le permitirá ayudar a su familia. Pero justo esa noche, un misterioso asesino enmascarado también hace acto de presencia, para torturar a la familia que vive allí. Los intrusos no tardarán en cruzarse, en un contexto de sangre, desesperación, horror y muerte.
El Juego del Terror forma parte de la tradición de films como Hostel y El Juego del Miedo. De hecho, Patrick Melton y Marcus Dunstan escribieron varias secuelas de esta saga. Pero se nota principalmente la influencia del cine de miedo hecho en Italia durante los ’70 y ‘80, sobre todo la obra de Darío Argento. Los climas, la brutalidad de los asesinatos, lo surrealista que se vuelven determinadas situaciones, la rimbombante banda sonora, hacen pensar en obras maestras como Rojo Profundo y Suspiria. Además, se desconoce la identidad del asesino y, casi hasta el final, su verdadero propósito. Esto la acerca a, por ejemplo, Horas de Terror, de Michael Haneke, y a Los Extraños, donde los niveles de crueldad se hacían insoportables.
Los directores se apoyaron más en la imágenes que en diálogos, cosa que ayuda en las secuencias de suspenso y terror, ya que tanto el ladrón como el asesino se mueven sigilosos por la casa. El guión es bastante correcto, sobre todo a la hora de mostrar al ladrón como un pobre hombre que debe jugársela por sus seres queridos, no un delincuente unidimensional.
En cuanto al elenco, la mayoría son desconocidos absolutos, salvo por Madeline Zima. Esta actriz empezó de niña actuando en películas como La Mano que Mece la Cuna, de Curtis Hanson, en la sitcom La Niñera, y últimamente, ya crecida, mostró sus atributos en la serie Californication. Atributos que también luce en este film.
El Juego del Terror no tiene destino de clásico, pero garantiza momentos de horror puro y duro, sin sobreexplicaciones ni obviedades. Como debe ser.