Danza con lobos y osos
La nueva película del director Jon Favreau (Iron Man) lo redime de sus últimos trabajos y logra un producto tan detallista como emocionante.
Con esta obra de Jon Favreau (el director de Iron Man aunque ha hecho otras varias películas) ya van tres filmes realizados sobre El Libro De La Selva, la fantástica novela de Rudyard Kipling que todavía sigue siendo sinónimo de aventura.
En esta ocasión, Favreau ha optado por encarar la tarea a través de un filme que cuenta con el protagónico del pequeño Neel Sethi (de ascendencia india, como el protagonista), al cual hay que darle el enorme mérito de demostrarse como un intérprete de lujo, no sólo en su interpretación sino también en lo referente a su interacción con un elenco de animales inexistente ya que en todos los casos se trata de criaturas creadas digitalmente a instancias de capturas de seres reales a los que Favreau (y el equipo de animación, por supuesto) les ha otorgado una expresividad a to
De esta manera, se hizo posible realizar esta remake del filme animado que Disney estrenó en 1967 y que demandó no poco esfuerzo tras evaluar lo que se ve en pantalla.
La historia es la de siempre: Mowgli es un pequeño niño humano que fue rescatado de la muerte por la pantera Bagheera luego de que su padre fuera asesinado por un tigre; y que vive con una manada de lobos que lo ha adoptado como uno más.
Sin embargo, acosado por el felino, el niño debe abandonar la selva para permanecer con vida y ahí comienza una odisea que lo llevará a conocer a increíbles animales que viven en el trayecto que lo llevará de vuelta a la civilización.
Todos los animales cuenta además con las voces de destacados actores norteamericanos e ingleses en su versión original que cumplen las expectativas con su trabajo como es el caso de Idris Elba (el tigre Shere Khan), Bill Murray (el oso Baloo), Ben Kingsley (la pantera Bagheera) y Lupita N'yongo, que compone a la loba Raksha.
La historia se sostiene con algunas muy elaboradas secuencias de acción aunque decae por momentos con algunos parlamentos muy largos, teniendo en cuenta que el filme debería ir dirigido a los niños. Y ya que se menciona este público potencial, también cabe destacar algunos planos y situaciones que obligarán a algunos padres a acompañar a los pequeños durante la proyección ya que si bien logran su objetivo de asustar o sorprender, en ocasiones resultan algo crudos, sobre todo teniendo en cuenta de donde provienen.
Curiosamente, el director incluyó algunas escenas musicales para los más chicos pero que al mismo tiempo provocan algo de desconcierto, ya que saca a la película un poco de la tónica del relato que desarrolla a lo largo de su duración. Sin embargo, es un mero detalle que no resta nada importante al producto final.
El Libro de la Selva es, en definitiva, un paso adelante en esta nueva tendencia de Disney de adaptar sus más grandes clásicos animados a películas con actores (tal como ocurrió con la insulsa La Cenicienta el pasado año) y que puede convertirse en uno de esos bombazos de taquilla que suelen tener lugar en este enigmático mes de abril.
Mención especial para la secuencia de títulos del final con una animación deliciosamente divertida que oficia de desfile de todos los personajes de la película.