Ni vivos ni muertos, ¡mejicanos!
El libro de la vida, el filme animado que produce Guillermo del Toro, es una fresca historia de amor que apela a tradiciones mejicanas en torno a la muerte.
Los mejicanos tienen una relación muy especial con sus muertos basada en una tradición ancestral. A comienzos de noviembre de cada año los visitan en el cementerio y los recuerdan con flores, velas, música, comidas y regalos. Luego, dedican un día a hablar con ellos y de ellos. Es el modo para que no caigan en el olvido y desaparezcan para siempre de la Tierra.
Esta película trata en parte sobre eso y está inspirada en una experiencia de su director Jorge R. Gutiérrez. Cuando era niño perdió a un amigo de 9 años llamado Mauricio y ese episodio lo marcó. Incluso de grande, con su mujer y sus hijos, sigue guardando memoria de él y este relato es su homenaje.
El libro de la vida es la historia de un grupo de niños que visita un museo donde una guía muy bonita los invita a descubrir un aspecto menos conocido de México. Objetos antiguos y, entre ellos el Libro de la Vida, donde leen la historia de Manolo, María y Joaquín. Dos amigos enamorados de la misma chica. Uno es torero por mandato familiar, el otro va camino a ser el héroe del pueblo merced a un trato con Xibalba.
Xibalba es el guardián del mundo gris y pesado que habitan los que no son recordados. Como contrapartida La Muerte, una mujer esqueleto decorada con un gusto especial, vigila el colorido estrato donde viven felices junto a sus antepasados los que sí son tenidos en cuenta por sus deudos.
Guillermo del Toro asoma detrás de esta película. Este gigante del cine mundial y gran defensor de la cultura mejicana y latina se unió a Gutiérrez para que dirigiera su primer largometraje.
El resultado visual es magnífico. Las figuras fueron configuradas como marionetas de madera, algunas hasta talladas a mano, y también hechas con cardones secos, esa artesanía incluso típica del norte argentino.
Las canciones están en español y en inglés para que el filme sea apetecible para un público no sólo mejicano, lo cual le queda un poco forzado pero se tolera. Tiene aspectos mejorables en el guion pero que no le restan brillo. Del Toro dijo que le faltaba una línea emocional que atravesara el relato y, entonces, trabajaron en encontrarla, aunque se podría haber logrado un poco más.
De todos modos, se trata de una obra excepcional, distinta a todo, única y que puede ampliar el universo imaginativo de los niños y ofrecer a los adultos una visión existencial distinta.