“Los sueños sólo sueños son”, dicen algunos. Otros, en cambio, como el director Daniel Burman, le dan a esa palabra la relevancia que amerita. Así, “El misterio de la felicidad”, parte del planteo de la necesidad de romper con el statu quo para poder concretar esos sueños que se encuentran “frizados” en el corazón por realidades dominadas por el compromiso, la estabilidad y el estancamiento. ¿Qué pasa cuándo uno es más fiel a los pactos que leal a sus sentimientos? ¿Qué sucede con las cosas que no viviste en el momento que tenías que haberlas vivido? Son algunos de los profundos -y quizás hasta indescifrables- interrogantes que funcionan como leit motiv de esta comedia dramática protagonizada por Guillermo Francella e Inés Estévez. La historia se centra en dos amigos, Santiago (Francella) y Eugenio (Arenillas), que son mejores amigos y socios de toda la vida en un negocio de electrodomésticos. Pero un día, sin pistas ni huellas, Eugenio desaparece. Y a partir de ese momento, Santiago y Laura (Estévez), la mujer de Eugenio, emprenden la búsqueda y en el trayecto se dan cuenta de que no lo quieren encontrar. Estévez encarna un papel confuso, por momentos atormentada y adicta a las pastillas, y por otros, lúcida y eficiente. Por su parte, Francella asume uno de los protagónicos más dramáticos de su carrera, completamente antagónico al que encarnó en “Corazón de León”, aunque hace uso pero no abuso de sus típicos gestos que siempre pueden con la risa del espectador. El planteo de la película es brillante, indaga nada menos que en la palabra felicidad. Imposible no salir del cine preguntándose: ¿soy feliz?, ¿cuál es mi sueño? Sin embargo, el final se vuelve predecible y el planteo de la película se reduce a un deseo insatisfecho de verano. Cuando podría haber profundizado, se vara en la conformidad, haciendo que los personajes tengan que mutar su carácter y personalidad de una escena a la otra sin responder necesariamente a una coherencia evolutiva.