Pasiones cruzadas
Filme de época de Héctor Olivera, centrado en dramas sentimentales en torno de la obra de Siqueiros.
La historia del mural que el artista mexicano David Alfaro Siqueiros pintó en los años '30 en el sótano de una estancia de Natalio Botana, director del diario Crítica, fue el centro del documental Los próximos pasados (2006), de Lorena Muñoz. La ficción de Héctor Olivera, un filme de época, un fresco social y un pantallazo político de esa década, toma este tema, pero pone el énfasis en los dramas sentimentales que ocurrieron en torno de aquella obra, llamada Ejercicio plástico, en la que también participaron Antonio Berni, Alvaro Castagnino, Lino Spilimbergo y Enrique Lázaro.
La película, que juega con la contradicción de que un mural (obra pensada para la exhibición colectiva) haya sido pintado en las entrañas de la mansión de un hombre poderoso. Y también con que Siqueiros, un artista comunista, inclinado a los motivos sociales, haya optado por la sensualidad y el erotismo en este trabajo. El filme de Olivera toma el mismo rumbo, y se mueve, principalmente, en torno de los vínculos -las tragedias- pasionales que se tejen dentro de esa casona de campo.
Luis Machín se muestra sólido en el papel de Botana: el actor transmite la determinación y la indolencia del que ejerce el poder, pero también ambigüedad ideológica. Carla Peterson tiene un papel difícil, el Blanca Luz Brum, la mujer de Siqueiros (Bruno Bichir), quien inspiró el mural y, además, al menos en la ficción, tuvo relaciones ocultas con Botana y con Pablo Neruda (Sergio Boris). La esposa despechada de Botana es interpretada por Ana Celentano.
Las ricas personalidades de los personajes están, por momentos, subrayadas y sujetas a un guión con demasiadas frases grandilocuentes y algunas simplificaciones. Olivera establece una relación de admiración/competencia entre un Siqueiros verborrágico, extrovertido, agudo, y un Botana seco, seguro de sí e inflexible. Con muy buenas fotografía y recreación de época, el filme atrae por su trama, aunque cae en cierta solemnidad, aun cuando es ostensible el esfuerzo por desacartonar a los personajes e incluir el alivio del humor.