Retrato de un artista fascinante
En otro tiempo, Bahman Mohassess fue uno de los artistas más influyentes de Irán, sobre todo como pintor y escultor, pero también como poeta y autor de teatro. Pero tras la caída de Mossadegh, no se hizo fácil la vida para este creador singular, irreverente, combativo, polémico, tan escéptico o francamente pesimista respecto del futuro de la humanidad como autodestructivo, al punto de que buena parte de su obra no sólo fue desapareciendo por culpa de las sucesivas censuras, la religiosa en especial, sino también -y quizá primordialmente- por decisión propia.
Su declarada condición gay también contribuyó a que su presencia y su actividad como uno de los principales y más originales representantes del arte moderno de su país no fueran muy bien vistas en el Teherán del shah ni mucho menos en el de los ayatollahs, lo que derivó primero en sus parciales exilios y más tarde en su virtual desaparición, tras la revolución en su país: muchos de sus compatriotas lo creían muerto.
La desaparición incluyó gran parte de su obra, que apenas se conserva en algunas colecciones particulares (incluida la propia, en la que, entre cuadros y esculturas, hay un espacio reservado a su cuadro favorito, la obra de juventud que da título a la película) y, afortunadamente, en reproducciones y catálogos que van apareciendo a lo largo del film y mucho dicen de los intereses, las opiniones y la personalidad del artista.
La joven cineasta Mitra Farahani, iraní, pintora y exiliada como el maestro al que admira, investigó hasta dar con su paradero en Roma y allí, en el hotel donde residió sus últimos años, rodó con él este retrato-entrevista fascinante, que rescata su variada obra y llega hasta la muerte del artista, en 2010. La película no sólo interesa por el carismático personaje que rescata del olvido, sino sobre todo por el modo en que la autora desarrolla esa operación. "Le contaré mi historia -avisa él en el comienzo- para que ningún idiota escriba mi biografía." Y así lo hace, incluso dándole a la cineasta indicaciones sobre el film como si fuera su asistente.
Lejos de esas clásicas cabezas parlantes que pueblan tantos documentales, el retrato surge de la vida diaria que comparten en el departamento del hotel, con sus charlas, sus relatos, sus ocurrencias, sus comunes preferencias artísticas: Visconti y su gatopardo ocupan un buen lugar y le prestan el bellísimo final. Y también sus frecuentes aforismos, que se multiplican en la segunda parte, cuando dos divertidos hermanos iraníes coleccionistas que residen en Qatar y quieren encargarle trabajos al maestro se incorporan a la conversación. El relato cobra entonces más vida y emoción, y ésta domina todo el tramo final encarado por la realizadora con singular delicadeza. El film ganó la competencia internacional del Bafici 2014.