El estreno de El Planeta de los Simios: (R)evolución, en 2011, significó el renacer de una de las sagas cinematográficas más importantes del cine de ciencia-ficción. Es la precuela de la primera película, El Planeta de los Simios, de 1968, y la primera de una trilogía que explica cómo esos primates lograron apoderarse de la Tierra.
En El Planeta de los Simios: Confrontación, César (Andy Serkis) vive con los de su especie en los bosques de San Francisco. Construyeron hogares, formaron familias; se alimentan gracias a la caza y a la pesca, aprenden valores. Los humanos murieron por la denominada “Gripe de los Simios”… o eso creían: pronto descubrirán que un gran número de ellos intenta sobrevivir en los restos de la ciudad. Malcolm (Jason Clarke), uno de los líderes de la comunidad, negocia con César para que les permita trabajar a él y a su familia en la reactivación de una presa que les permitirá recuperar la energía eléctrica. La vieja tensión entre especies irá mermando y surgirá la oportunidad de paz. Pero todavía quedan personas y monos que no creen en reconciliaciones, que cruzarán todos los límites con el fin de proteger a los suyos y de destruir al enemigo.
Si bien es menos intimista y más épico que el film anterior, lo supera en aspectos técnicos, narrativos e interpretativos. Mérito del director Matt Reeves; como Rupert Wyatt en (R)evolución, y al igual que en sus anteriores trabajos (Cloverfield, Déjame Entrar), logra balancear la historia y la espectacularidad, sin que una esté por encima de la otra. De esta manera, las escenas dramáticas y tiernas conviven estupendamente junto a los efectos especiales, las secuencias bélicas y una notable dirección de arte que plasma un paisaje postapocalíptico.
En esta oportunidad, los “malos” de la historia no provienen del lado de la gente sino que son los extremistas de cada bando: Koba (Toby Kebbell), chimpancé mano derecha de César, repleto de las cicatrices de los experimentos a los que fuera sometido, y Dreyfus (Gary Oldman), socio de Malcolm, atormentado por la pérdida de su familia. Más que villanos, son seres consumidos por el dolor, tan furiosos que no son capaces de darle tregua a quienes ven como amenazas.
Andy Serkis ya es el Robert De Niro del motion capture. Gracias al avance de esta tecnología, ahora sus expresiones son más reales y genuinas, lo que le permite darle mejor vida a un César que volverá a creer en la bondad humana, aunque deberá evitar el comienzo de una guerra. Jason Clarke cada vez pisa más fuerte como personaje heroico en superproducciones de Hollywood, al punto de que pronto lo veremos como John Connor en la nueva Terminator. Un camino parecido, pero por el lado del mal, es del inglés Toby Kebbell, ahora consagrado por el rol de Koba: será el Dr. Doom en el reinicio de Los Cuatro Fantásticos. Y hablando de especialistas en papeles de “mal tipo”, Gary Oldman aparece menos tiempo del esperado, pero pocas escenas alcanzan para darle vida a este representante de un grupo de sobrevivientes que depende demasiado de la tecnología. Mención aparte para Keri Russell, por siempre recordada por Felicity; de hecho, la película es como una reunión de esa serie, ya que Matt Reeves fue uno de sus creadores.
El Planeta de los Simios: Confrontación es el ejemplo perfecto de lo que debe ser una secuela: toma lo mejor de la primera parte, pero va aún más lejos. Muestra cómo el instinto de supervivencia puede sacar lo mejor o lo peor de cualquiera, y demuestra que un tanque multimillonario puede tener corazón, alma, que puede tener algo para decir, y sin regodearse en discursos.
La tercera parte, a estrenarse en 2016, promete un cierre no menos apasionante a esta saga que nos hace cuestionarnos como personas y amar no sólo a los simios sino a todos los animales.