El planeta de los simios; La guerra: El mito de César.
Cuando Pierre Boulle publicó su fantasía distópica “La planète des singes” en 1963 dio sin querer inicio a una franquicia cinematográfica que tendría una interesante y no muy próspera carrera a lo largo de los años.
Con aquel inicio realizado por Franklin Schaffner a finales de los sesentas llegaríamos a ver nueve cintas sobre esta historia, una más alejada que la otra de lo que el autor había pergeñado. Fue que en los albores del siglo XXI y tras un silencio de varias décadas, Tim Burton intentó revitalizar una ya cansada historia que no le valió ni siquiera el apoyo de los espectadores.
Entonces en 2011 darían comienzo a un reboot/remake escrita por Rick Jaffa y Amanda Silver en el que se reescribieron los inicios, dotándolos de un sentido mucho más prosaico. Con Rise of the Planet of the Apes daban entrada a una jugosa trilogía que conjugó temas ecológicos; el comportamiento del hombre con respecto a otras especies y la revisión del viejo relato del científico obsesionado con su obra, a la manera de un moderno Frankenstein. Varias características visuales han ocupado estas tres cintas, la primera dirigida por Rupert Wyatt y las dos siguientes por Matt Reeves. La crítica a la sociedad humana que sin contemplaciones usa y abusa de su entorno, la elegancia en su producción, dotar a la historia de un drama mucho más profundo y complejo y la solvencia actoral de los que participaron. Y entonces llegamos a esta tercera entrega que Mark Bomback escribe junto al director Matt Reeves y que nos narra la apoteosis de un héroe que se transforma en el mito, el primero no solo en hablar, si no que en construir una sociedad.
Ya han transcurrido quince años desde la liberación del gas, es hoy que inicia la última batalla de una larga guerra que se comenzó cuando Kova mató un hombre. César y sus monos son forzados a encarar un conflicto mortal contra un ejército de humanos liderado por un brutal coronel. Después de sufrir pérdidas enormes, César lucha con sus instintos más oscuros en una búsqueda por vengar a su especie. Cuando finalmente se encuentren, Cesar y el Coronel protagonizarán una batalla que pondrá en juego el futuro de ambas especies. El director crea una cinta que no descansará en su trepidante desarrollo; como si el tiempo escaseara sumerge a los personajes en un raid de acción, que no descuida el progreso de los personajes, en especial el de César, que comienza a comportarse como un líder, ya no de una tribu, sino más bien como el patriarca de un pueblo. Enfrentándolo a un hombre que desesperado hará lo que pueda para detenerlo. Entendemos en el personaje tan bien llevado por Woody Harrelson, que no hay nadie más peligroso que quien se sabe ya derrotado. Es el albor de un mito, la construcción de la leyenda que dará sustento a un pueblo que complejiza su estructura, que toma el poder.
Quizás es esta la cinta que más carece de sutilezas ya que por momentos son obvias las referencias que el espectador hará con Los Diez Mandamientos de Cecil B. DeMille o en esa cacería en la nieve de The Hateful Eight de Quentin Tarantino y por ende El gran Silencio del maestro Corbucci, lo más granado del spaghetti western. Más que claro ese rescate/ataque al estilo Reisman en The Dirty Dozen de Robert Aldrich. Pero aun así los tres actos del film tienen sus particularidades dramáticas que desarrollan de manera eficiente gracias a una increíble imaginería en los efectos visuales, en la solvencia actoral de Andy Serkis y el resto de los actores que prestaron sus cuerpos, como por ejemplo, Steve Zahn como Bad Ape y Karin Konoval como Maurice. Sujetos que comprendemos, compadecemos y celebramos. Revees hace a los simios personajes profundos con pasados complejos, protagonistas absolutos de la historia en donde importa su destino y poco el de esos brutos hombres a los que solo vemos repartir tiros y latigazos. Esta es una historia sobre ellos y su toma de poder, es en definitiva una atrapante película de acción, que no descuida sus personajes, es una conclusión digna a este reboot/remake y que sabrán conectar en pequeños destellos de fanservice con la tan querida Planet of the Apes de Franklin J. Schaffner.
Uno de sus mejores atributos es la grandiosa fotografía realizada por Michael Seresin (Harry Potter and the Prisoner of Azkaban – 2004) en la que logra que el paisaje resalta como un personaje más, uno indómito, vivo y rugiente al que los personajes, tanto humanos como simios deben someter para sobrevivir.