Anexo de crítica: A decir verdad nadie esperaba demasiado de la precuela de la mediocre remake de Tim Burton del 2001: el segundo opus de Rupert Wyatt no sólo privilegia el apartado conceptual por sobre el visual -trabajando tópicos clásicos de la saga como la explotación, la esclavitud y el egoísmo generalizado- sino que además funciona a la perfección como un admirable mecanismo de relojería. Hablamos de un film que está a la altura de las secuelas originales de la década del ´70 y que ofrece un retrato bastante amargo de la humanidad (amén de que siempre resultará placentero ver a los simios como portadores de ese castigo definitivo que tanto merecemos). Por cierto la labor de Andy Serkis como César supera holgadamente a la de James Franco...