En 1979 en Virginia, un grupo de adolescentes no sabe que las aguas en las que se están bañando están condenando su salud futura. Veinte años después, en Ohio, un granjero que ya perdió 190 vacas decide recurrir el nieto de su vecina, un abogado exitoso, para exponerle el caso. La cuestión es que Rob siempre se dedicó a defender a grandes laboratorios y petroquímicas, no a demandarlas. Al involucrarse con la situación (animales y niños con dientes negros, piedras decoloradas en los arroyos, innumerables pacientes con cáncer) se da cuenta que una cosa aúna a todos: los niveles de teflón en sangre.